Unos 67.000 niños y adolescentes murieron en 2015 en todo el mundo por suicidio o por lesiones sin intención suicida que se provocaron a sí mismos. Así consta en un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud, que documenta, con cifras, el azote de un fenómeno que en muchos casos puede ser prevenible.
Según la OMS, casi la mitad de los jóvenes que fallecieron por este motivo vivían en países del sudeste de Asia. Para los de esa parte del mundo, la vía más frecuente para atentar contra su propia vida fue el envenenamiento, mientras que en Occidente, y más específicamente en Europa, lo fue el herirse con un objeto cortante. Aunque existen diferencias, muchos estudios revelan que, a nivel global, aproximadamente un 10% de los adol…
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