En varios países azotados por el coronavirus, la enfermedad se ha ensañado particularmente con los ancianos que viven en residencias. De cara a otras crisis, la solución no puede ser medicalizar esos sitios, sino crear espacios de cuidado intermedios y mejorar significativamente la coordinación entre los agentes responsables.
Cuando el pasado mes de abril unidades del ejército ingresaron en algunas residencias de ancianos para echar una mano e intentar contener la avalancha de muertes por coronavirus, encontraron un espectáculo horripilante: cucarachas por doquier, contaminación fecal en muchas habitaciones, instrumental médico desechable que se utilizaba una y otra vez, residentes hambrientos o deshidratados, y todo ello ante la mirada de …
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.