Una anciana se cae en casa, se golpea la columna y la ingresan en el hospital. Cuando sane, la enviarán de vuelta a su hogar; o quizás no, porque allí no hay nadie. ¿Quién le cocinará, le lavará la ropa, la aseará…? Es un caso real: se llama Genevieve y vive en Vancouver (Canadá). Los del hospital, decía ella a una cadena local, “no saben dónde van a colocarme. No quieren mantenerme aquí, pero no pueden mandarme a casa porque no puedo manejarme autónomamente”.
La situación narrada puede ser bastante más común en los países desarrollados de Occidente que en los de menos riqueza y/o trasfondo cultural diferente. R. Margolis et al. (2019) aporta algunas estadísticas de finales de la pasada década: el equipo examinó en 34 países la situación de…
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