Tras un largo periplo lleno de éxitos, este novedoso título independiente llega a la mayoría de dispositivos táctiles del mercado. Su nombre apela tanto a las viñetas que conforman la acción (situaciones “enmarcadas”) como a los protagonistas de la trama, “incriminados” en algo que nunca llega a esclarecerse.
Framed nos pone en la piel de tres personajes: una pareja de enamorados que huye con un maletín, y un matón que les persigue. El objetivo es conseguir que la pareja se salga con la suya, y para ello habrá que sortear a la policía, los obstáculos del entorno y a la amenazante figura del matón. No tiene mayor complejidad argumental ni la necesita: es una historia de amor entre malhechores en la que el contenido del maletín es irrelevante.
La acción transcurre a lo largo de una serie de viñetas en el sentido de lectura habitual. Son estáticas hasta que el protagonista pasa por ellas, puesto que sus acciones están predefinidas. La labor del jugador consiste en reorganizar y rotar las viñetas (exceptuando la primera) con el dedo para abrir un camino seguro que lleve al personaje a otra zona. No siempre es posible prever el desenlace de cada viñeta, de modo que el juego tiene un componente de ensayo y error, además de una importante carga lógica.
El conjunto es redondo no solo por sus pulidas mecánicas y crecientes desafíos: se potencia con un acabado de cine negro basado en una reducida paleta cromática, figuras silueteadas, callejones sombríos y composiciones de jazz que se adaptan a cada situación. Lo más destacable es que explota hábilmente su propuesta (manejar el contexto de la acción para alterar su devenir) en el tiempo justo (una hora aproximadamente), algo cada vez menos habitual.
Los aficionados a los relatos noir y al género de los puzles tienen aquí una propuesta a tener en cuenta. Reservado a jóvenes y adultos por la madurez que requiere y por su oscuro contexto. Como buen problema a resolver, potencia la creatividad, el razonamiento lógico y la perseverancia.