Lydia Link huyó de casa siendo una niña, vive con un novio criminal, es alcohólica y drogadicta, y ahora la buscan para matarla. Pide ayuda a su padre, también borracho, en libertad condicional, pero con unas ganas inmensas de rehabilitarse, también como padre.
El guion, basado en la novela del mismo Peter Craig, es correcto aunque contiene numerosos tópicos que lo convierten en una historia previsible. Ahora bien, la seriedad del trabajo de todo el equipo, empezando por el director, hombre curtido en películas de acción (Asalto al distrito 13), hacen que Blood Father sea una película que se ve bien y se sigue con interés.
La realización es sobria, va al grano desde el principio y huye de todo efectismo. El guionista se permite, dentro de los clichés al uso, recordar el valor de la familia, la lealtad y las segundas oportunidades.
Mel Gibson es la estrella de la película. Vuelve a interpretar el papel de padre que ha cometido un error que le aparta de los suyos, está sinceramente arrepentido y dispuesto a hacer lo que haga falta con tal de recuperarlos. Sin duda el papel tiene algo de biográfico y le permite confesarse en público sin el menor reparo. Junto a él, William H. Macy hace un gran papel menor.
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