Con un modesto presupuesto de 600.000 euros, reunidos con el sistema de microfinanciación, Alfonso Sánchez, un licenciado en Comunicación Audiovisual con estudios de Arte Dramático, ha rodado su primera película, que él mismo escribe, interpreta y produce.
El Culebra y el Cabeza son dos muertos de hambre, dos rateros de poca monta con pocas neuronas, muy pocas. Su héroe es el Dioni, que se fue a Brasil después de hacer un desfalco. Planean dar el golpe en una sucursal bancaria, en plena Semana Santa, en pleno barrio de Triana, en pleno recorrido de una procesión…
Sánchez ha escrito un guión tremendamente divertido, con una trama muy bien llevada y una galería de personajes memorable. Los gags, que se suceden en avalancha, siempre están al servicio de una historia que sorprende por su hábil manera de sostener la tensión, con un arranque y un clímax verdaderamente brillantes.
Hay algunas expresiones chabacanas pero se evita la crudeza soez. Dice el director que la película no quiere resultar ofensiva para nadie, que pretende hacer reír a un público amplio. Vaya si lo consigue. El mundo es nuestro es la mejor comedia española en los últimos años.