De Canción de Navidad, el popular relato de Charles Dickens, se han realizado decenas de adaptaciones en todos los formatos cinematográficos y televisivos. Ahora, da continuidad a esa tradición el estadounidense Robert Zemeckis, que lo lleva a la gran pantalla a través de las modernas técnicas de animación por captura de movimiento, que él mismo ha desarrollado en The Polar Express y Beowulf.
Retornamos así al Londres de 1843, por el que pasea su egoísmo Ebenezer Scrooge, un hombre hosco, solitario y avaricioso. Sufren especialmente su insolidaridad su secretario Bob Cratchit -sufrido padre de familia numerosa y con un hijo lisiado- y su animoso sobrino Fred. Pero el avaro Scrooge sólo reaccionará cuando una Nochebuena se le aparezca el alma en pena de su socio Marley -muerto un año antes- y le presente a los fantasmas de la Navidad pasada, la presente y la que vendrá.
La película alarga en exceso el escueto relato de Dickens, cede puntualmente al histrionismo de Jim Carrey y resulta a ratos muy imaginativa; pero a veces, convencional. De todas formas, el guión es fiel al espíritu del relato original, sobre todo en su lúcida crítica al materialismo y en su emotiva exaltación de la caridad cristiana. Además, la película resuelve las secuencias oníricas y de ambientación con gran espectacularidad, gracias al formato 3D estereoscópico. Queda así una brillante producción familiar, muy apropiada para estas fechas próximas a la Navidad.