Lo que cuenta Duplicity no es nuevo. Tony Gilroy (Michael Clayton) rueda una comedia romántica protagonizada por dos antiguos espías que parece confeccionada a partir de retales de otras películas: un poquito de tournée–Bourne (que para eso la escribió el propio Gilroy), algo más de la saga Ocean’s (más twelve que ninguna) y unos gramos de Mr & Mrs. Smith. Todo un poco light -que para eso es imitación- y presentado a trompicones y con mucho flashback inoportuno.
Como cinta de acción no convence porque apenas hay; la trama de espionaje es tan enrevesada como mal construida; si se la considera una comedia romántica le falta un hervor… Pero como divertimento -que es lo que ha querido rodar Gilroy- funciona. Duplicity entretiene y parece que no pretende otra cosa. Julia Roberts y Clive Owen hacen buena pareja aunque no sea en el papel de sus vidas; Giamati y Wilkinson pueden con lo que les echen; hay réplicas ingeniosas y en la piazza Navona queda bien cualquier toma que se ruede. Otra cosa es que con 75 millones de dólares, semejantes localizaciones y un cuarteto de actores como el de Duplicity no se podría haber hecho algo más que una cinta entretenida.