Jean-Paul Salomé («La máscara del faraón») lleva a la pantalla al personaje creado por el escritor francés Maurice Leblanc (1864-1941), en una adaptación bastante libre de «La Condesa de Cagliostro». Narra las peripecias del joven Lupin, que se inicia como ladrón de guante blanco, siguiendo la tradición familiar. Pronto se verá involucrado en un complot para hacerse con un tesoro relacionado con María Antonieta.
Francia, España, Gran Bretaña e Italia participan en una coproducción costosa (23 millones de euros), que se plantea de modo atractivo, con la garra del cuidado diseño de producción de una película de época con intriga y aventuras. Pero, paulatinamente, va perdiendo fuelle mientras acumula detalles criticables: excesiva violencia, reiterada apelación al erotismo, planteamiento demasiado hedonista. Se trata de un fenómeno bastante común en la mayoría de las producciones europeas que abordan el género de la aventura histórica.
Se han cuidado los aspectos formales: ambientación, vestuario (muy trabajado el diseño de los trajes de época y esmero en la recreación de las joyas) y una decente banda sonora; pero vuelve a fallar el guión, como pasó en «La máscara del faraón». Arranca con ritmo fuerte y mucha acción, pero el guionista-director sólo consigue mantener la atención del espectador durante el planteamiento y el primer tramo del desarrollo de la película. El resto del metraje cansa, pierde interés y el ritmo -que sigue siendo acelerado- no proporciona los necesarios respiros emocionales para que el espectador retorne a la acción con la suficiente convicción.
Sofía López