En un suburbio de Buenos Aires, un viejo ideólogo marxista sueña con una nueva revolución que integre y supere las realizadas hasta ahora. Para ello, reúne en torno a sí un singular ejército de desheredados y marginales, a los que intenta convertir en guerrilleros.
Supongo que en esta caótica reivindicación de la utopía anarquista el debutante Mariano Torres Manzur ha querido imitar el surrealismo y el compromiso social de cineastas como Luis Buñuel o Arturo Ripstein. Pero sólo ha conseguido una paupérrima farsa en blanco y negro, con una resolución visual y sonora penosa, unas interpretaciones que no merecen ese nombre y un guión discursivo y mitinero, confuso en su concreta propuesta política y muy zafio en su apología del sexo libre.
Jerónimo José Martín