Director: Emir Kusturica. Guión: Ranko Bozic y Emir Kusturica. Intérpretes: Slavko Stimac, Natasa Solak, Vesna Trivalic, Vuk Kostic, Aleksandar Bercek, Stribor Kusturica. 155 min. Adultos.
Emir Kusturica (Sarajevo, 1954) regresa al delirio con la historia de una familia bosnia formada por el ingeniero Luka, su esposa Jadranka y Milos, el hijo de ambos, virtuoso del fútbol que sueña con ser fichado por el Partizán de Belgrado. En 1992, cuando el conflicto estalla, la familia, que ha dejado la ciudad para instalarse en una pequeña y aislada estación de tren en la montaña, intenta seguir adelante. Un proyecto de línea ferroviaria para fomentar el turismo en la zona sirve de raíl a una sofisticada historia de amor en tiempos de guerra que se mueve al ritmo de la música unza-unza de la No Smocking Orchestra, de la que Kusturica forma parte como bajista y en la que también está su hijo Stribor, actor en esta película.
El tono disparatado, entre Lubitsch y Capra, le va bien al director de «Underground», que quizás se excede en la ración. La película, rodada con un presupuesto de 8 millones de dólares en bellísimas localizaciones serbias, se descontrola y pierde fuelle debido a lo ambicioso -y forzado- de un enloquecido dilema shakespeareano fuertemente balcanizado; por momentos trufado de una prescindible y excéntrica procacidad. Magníficos actores componen unos personajes muy bien dibujados, que acusan el peso de un innecesario histrionismo. La utilización de los animales y de los artefactos ferroviarios es divertida pero también cargante, aunque siempre cabe apelar a un uso intencionadamente metafórico de la terca y estúpida recurrencia de los humanos cuando nos dejamos cegar por el odio, el rencor y la ambición.
Alberto Fijo