En 1998, Blade anticipó la imaginería expresionista y los efectos digitales de Matrix. Ahora, el mexicano Guillermo del Toro (Cronos, Mimic, El espinazo del diablo) dirige esta segunda entrega fílmica del famoso cómic de la Marvel. Blade es un superhéroe negro cuya madre fue mordida por un vampiro cuando él estaba en su seno. Por eso, aunque soporta bien la luz del día, Blade tiene inclinaciones vampíricas que domina con medicinas. En todo caso, para vengar la muerte de su madre durante el parto, vive con el único objetivo de matar a todos los vampiros. Esta vez las cosas se complican pues surge una nueva especie mutante, que también se alimenta de vampiros. Tal es su poder destructor que Blade deberá aliarse con los vampiros normales para evitar la desaparición de ambas especies.
Fuera de una superficial crítica a la manipulación genética y de varios apuntes simbólicos a favor de la integración racial, la película no es más que una sucesión de violentísimos combates de artes marciales, muy bien coreografiados y resueltos brillantemente a través de efectos visuales de última generación. Las muchas reiteraciones se disimulan en parte gracias a una agresiva planificación y a una insistente banda sonora heavy. Como se ve, demasiados recursos poco sutiles, que hacen que la película sólo sea plenamente disfrutable por incondicionales del género.
Jerónimo José Martín
