En el Festival de San Sebastián 1996 pasó con mucha pena y poca gloria, a pesar de la fotografía de Aguirresarobe, la música de José Nieto y la brillante escenografía de Gil Parrondo. Situada en el Madrid de 1942, se trata de la investigación de un crimen y otras muertes políticas y por odio. El dibujo humano de la postguerra queda como una caricatura simplista de buenos «porque lo digo yo» (las izquierdas) y de malos por decreto (las derechas); hagan lo que hagan éstos, es repugnante, y aun realizando los otros las mismas acciones, son sin embargo nobilísimas. Maniqueísmo insustancial, ambientación ahistórica, argumento sin interés y unos personajes huecos a los que la directora somete a un maratón casi pornográfico.
Pedro Antonio Urbina