Primer largometraje de Brandon Cole, guionista hasta ahora, y hombre de teatro. Sus antecedentes se advierten en el bien urdido guión de esta comedia de humor, casi con la estructura de una comedia de enredo, en los felices diálogos y en la buena dirección de actores.
Los personajes que crean la, más que cómica, entrañable historia de humor, amor y gangsters son Johnny (John Turturro), un soldador perpetuamente preocupado por encontrar la pareja perfecta y que, ante cada nueva posibilidad, se espanta y desaparece. Su amigo Sean (Will Patton), un hombre bueno, periodista de tercera, que lleva lagartijas en los bolsillos y que pierde con frecuencia su empleo. Rachel (Lili Taylor), una maestra en apuros, que pide ayuda a sus amigos Johnny y Sean, pues en el garaje donde le reparan su coche suceden cosas muy extrañas…
El desarrollo de estas y otras peripecias da lugar a unos diálogos muy divertidos y a unas situaciones muy humanas. Pero la inteligencia de estos humanos es parecida a la de los protagonistas de Fargo, la película de los hermanos Coen, es decir, está en el límite de la normalidad, si no unos puntitos más abajo. No es el mundo de las películas comerciales, en que casi todos son, al menos, ricos, guapos y ministrables, sino ese submundo de la deficiencia -que coincide o no coincide con la pobreza-, de la insuficiencia mental… Los sufrimientos y apuros humanos de los fargo lo parecen menos, porque se les ve inferiores, producen ternura: dan un poco de pena y un poco de risa, como la solterona Eleonor Rigbby, de la canción de los Beatles, que recogía los granitos de arroz de las bodas en la puerta de las iglesias.
Una película de calidad. Está empezando a ser una constante en el cine estadounidense esa de presentar a personajes fargo, los de la sociedad de la deficiencia, o de la insuficiencia. También es otra constante, ya tanto que da risa, ese expresar el amor con el inmediato: «Aquí tiene usted su cama». Podría llegar un día en que este diálogo fuera real: Ella (a su amiga Aida): «Fíjate qué grosero es ese Carl: nos presentaron a la hora del té… ¡Pues al atardecer se fue sin ofrecerme su cama ni nada!». Aida: «¡Qué horror! No se te ocurra volver a salir con gente así, ¿adónde vamos a llegar?».
Pedro Antonio Urbina