Director y guionista: Lukas Moodysson. Intérpretes: Lisa Lindgren, Michael Nyqvist, Gustaf Hammarsten, Anja Lundkvist, Jessica Liedberg, Ola Norell. 106 min. Adultos.
Película sueca de Lukas Moodysson (Fucking Åmal) en la que se cuenta la vida de una comuna en 1975. El amor libre, el marxismo-leninismo, la libertad de elección sexual, la meditación trascendental, el cannabis y la prohibición de comer carne y beber Coca Cola son desmitificados y caricaturizados aquí, sin maniqueísmos, ni moralismos, sino desde la más sencilla experiencia humana. En la comuna conviven varias parejas y algunos niños. Estos últimos son los únicos que, no contaminados de ideología, mantienen vivo el sentido común y ven con ojos atónitos las absurdas situaciones de sus mayores. La película es esperanzada, con personajes que se arrepienten y son perdonados; pero también están presentes las miserias de quien sacrifica su dignidad a los presupuestos ideológicos de turno. Esto se ve además aderezado de un par de breves secuencias obscenas que no llegan a oscurecer la brillantez de la cinta, pero que resultan incómodas.
En una película que manifiesta esa crítica de los slogans de los años 70, se echa en falta que no haya una alusión al ateísmo ideológico de aquellos años. Esa cuestión, la del significado de la vida, que subyace a toda la trama, no es sin embargo abordada de modo explícito. En esa línea es muy sugerente que un personaje que va perdiendo lo que más quiere grita desesperado: «¡Para qué quiero entonces mi maldita libertad!», lo cual es una crítica contundente a la concepción moderna de la independencia. Moodysson declara haber hecho un cine positivo que intenta aportar respuestas, aunque quizá en esta afirmación hay mucha dosis de ingenuidad. En general, se trata de un film original, fresco, muy bien interpretado y dirigido, con un estilo a lo Dogma, ya academizado, pero que se mueve en el límite de lo moral y antropológicamente confuso.
Juan Orellana