La difusión de la píldora y de otros anticonceptivos se presentó en su día como un medio para ampliar la libertad de los cónyuges. Pero también daba a los Estados un nuevo instrumento para controlar a la población.
Pablo VI lo advirtió en la Humanae vitae en 1968 al señalar “el arma peligrosa que de este modo se llegaría a poner en manos de las autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales”. “¿Quién impediría a los gobernantes –se preguntaba– favorecer y hasta imponer a sus pueblos, si lo consideraran necesario, el método anticonceptivo que ellos juzgaran más eficaz?” De este modo, los hombres “llegarían a dejar a merced de la intervención de las autoridades públicas el sector más personal y más reservado de la intimidad con…
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