La tecnología biométrica ha dejado de ser un fenómeno propio de las historias de ciencia ficción. Los gobiernos de algunos países llevan tiempo utilizándola para reconocer a sus ciudadanos, algo que plantea nuevos retos éticos y que ya ha llegado a casos extremos, por ejemplo, en China.
Aunque la palabra “biometría” puede resultar desconocida para el público general, su aplicación está, desde hace tiempo, más que presente en nuestras vidas. Consiste en identificar a las personas a través de una característica física exclusiva: primero fueron las huellas dactilares y, más recientemente, el iris, o el rostro.
China ha instalado 170 millones de cámaras con capacidad de reconocimiento facial que registran los movimientos de las personas
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