Luego de décadas en las que tener un segundo hijo podía acarrearles serios problemas a las parejas chinas, el gobierno del gigante asiático está considerando ofrecerles incentivos económicos a aquellas que ya tienen uno, para que tengan otro más.
La revelación, hecha por el viceministro de Salud y Planificación Familiar, Wang Pei’an, y recogida por el Diario del Pueblo, se suma precisamente a la relajación de la política del “hijo único”. Gracias a ello, en 2016 tuvieron lugar 17,8 millones de nacimientos, un millón más que en 2015.
En el típico lenguaje funcionarial comunista, Wang explica que el incremento “cumple con las expectativas, pero todavía existen obstáculos y deben ser removidos”. “Tener un segundo hijo –añade– es el derecho de toda familia en China, pero la capacidad económica se ha convertido en el cuello de botella que conspira contra esa decisión”.
Según el diario, una encuesta efectuada en 2015 por el Ministerio halló que un 60% de las familias consultadas expresaron su rechazo a tener un segundo hijo, en buena medida por las restricciones económicas. Para paliarlas, el gobierno afirma estar estudiando medidas como ofrecer estímulos monetarios y subsidios por el segundo retoño.
No todos, sin embargo, aplauden un cambio. Yuan Xin, profesor de la Universidad de Nankai, en Tianjin, reconoce que hay retos difíciles, como gestionar el rápido envejecimiento poblacional (en 2030, 400 millones de chinos superarán los 60 años) y la disminución de la fuerza laboral. Pese a ello, el experto señala que a diferencia de Japón, un país de baja fecundidad en el que se han aplicado generosas políticas para revertir la tendencia (con permisos de maternidad prolongados, recortes de impuestos, entregas de efectivo, etc.), China todavía enfrenta enormes desafíos, dadas las dimensiones de su población, así como sus limitados recursos naturales y públicos.
Ahora bien, no equivocarse: si dos son bienvenidos, tres no lo son. Según el sitio británico International Business Times, que toma como fuente a la BBC, autoridades chinas han obligado a abortar a mujeres encintas de su tercer hijo.
Un reportaje de octubre pasado apuntaba que funcionarios de salud en todo el país efectuaban exámenes médicos a las mujeres en edad fértil, y que aquellas que se encontraban embarazadas por tercera ocasión eran inducidas a cesar su gestación. Las que, a pesar de esto, lograban dar a luz, debían pagar fuertes multas por evadir las normas.