Las energías renovables superaron en 2015 por primera vez al carbón en cuanto a capacidad de generación instalada en todo el mundo. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), las renovables representaron más de la mitad de esas capacidades y alcanzaron un récord de 153 gigavatios (GW), un 15% más que en el año precedente.
La mayor parte del incremento se debió al aporte adicional de 66 GW procedente de generadores eólicos y a otros 49 GW de paneles solares. La AIE informa que en 2015 se instaló una media de medio millón de placas fotovoltaicas al día en todo el mundo. En China, que abarcó el 40% del incremento de los generadores limpios y, más específicamente, la mitad del aporte adicional de energía eólica, se instalaron dos aerogeneradores por hora a lo largo del año.
“Estamos siendo testigos de una transformación de los mercados globales de energía, liderada por las renovables –explica el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol–. Como en otras áreas, el centro de gravedad del crecimiento en este sector se está trasladando a los mercados emergentes”.
Según la Agencia, para los próximos cinco años las renovables continuarán siendo la fuente de generación eléctrica en más rápido crecimiento, y pasarán del actual 23% al 28%. Se espera que, a medio plazo, este tipo de energía cubra más del 60% del incremento de la generación a nivel global y cierre la brecha con el carbón. Tal pronóstico del ascenso tiene su base en las fuertes políticas de apoyo implementadas por países como China, India, EE.UU. y México, y en una notable reducción de los costos.
Para 2021, la electricidad obtenida a partir de esas fuentes no contaminantes podría superar los 7.600 teravatios-hora, el equivalente del total producido actualmente por EE.UU. y la UE. Se espera, además, que en ese momento los costos de la energía solar se abaraten un 25%, y un 15% los de la generada en parques eólicos terrestres.
No obstante, para moderar el optimismo, la AIE señala que aunque 2015 fue un año excepcional, hay motivos para la cautela, y cita entre ellos la incertidumbre de las políticas de muchos países en este campo. A esto se suman otros factores, como los costos de financiación, que pueden ser inasumibles por muchas naciones en desarrollo, y la lentitud del progreso de las energías limpias en el sector del transporte y en los sistemas de calefacción.