Una chica ugandesa, Peace Ruharuza, lidera una fundación que intenta cambiar el destino de los niños pobres de su país. Su iniciativa, Fountain of Peace (Fuente de Paz), de inspiración cristiana, busca garantizar material escolar, viviendas más sólidas y agua potable a los niños y a las familias de Miranga, una aldea de su país. Peace sabe lo que es vivir sin estas mínimas condiciones, pero su existencia sufrió una metamorfosis a partir de un momento clave: el día en que, con nueve años, comenzó a ser apadrinada por una familia canadiense.
El apoyo monetario fue el impulso decisivo. “Le dio un nuevo sentido a mi vida –dice a The New York Times–; me ayudó a convertirme en lo que soy y a cambiar a una generación”. Peace y su fundación trabaj…
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