La universidad española, poco atractiva

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Cuando un bachiller de otro país se plantea en qué universidad cursará la carrera de su elección, con seguridad las universidades españolas no serán las primeras que le vendrán a la mente. Ahora bien, si el estudiante es europeo y es beneficiario de una beca Erasmus, lo tendrá claro: ahí sí que tomará las maletas y aterrizará en España.

Así lo refleja el informe Comparación internacional del sistema universitario español, publicado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). El texto constata el escaso índice de internacionalización de los centros españoles de educación superior, en comparación con los de otros diez países de la UE, más Suiza.

Según el informe, España exhibe, respecto al total de su población universitaria, una tasa de apenas el 2,8% de estudiantes extranjeros; el menor porcentaje, por debajo incluso del 4% de Italia y el 4,7% de Portugal, y a gran distancia del 16,5 y el 17,1% de Suiza y el Reino Unido, respectivamente.

Ninguna universidad española aparece entre los 100 primeros puestos de ninguno de los rankings examinados en el estudio

Otro modo de tomarle el pulso al fenómeno es ver la ratio de estudiantes nacionales por cada extranjero: si en España hay 35,3, en el Reino Unido hay apenas 5, mientras que Austria y Suiza apenas sobrepasan los 6, con lo que podría hablarse de países prácticamente “invadidos”… por el talento.

Ahora bien, en todos los países estudiados, la proporción de alumnos extranjeros en programas de postgrado es muy superior a la de grado, pero los expertos advierten que no hay suficiente información como para establecer una comparación en el conjunto de los doces países de la muestra.

Algo que sí está detalladamente registrado, en cambio, es el número de estudiantes Erasmus que entraron en 2012 para estancias de 3 a 12 meses, así como cuántos de sus pares españoles salieron hacia otros países de su entorno. Las cifras fueron bastante parecidas: hubo 39.249 salidas y 39.958 entradas. Para estudiar ciencias y educación, fueron más los españoles que decidieron irse a otro país que los extranjeros que llegaron para hacer otro tanto aquí, mientras que en humanidades y artes hubo muchas más entradas que salidas.

El dinero marca diferencias

¿Qué puede estar fallando para que las universidades españolas resulten menos atractivas, no ya que las británicas, sino que las italianas, portuguesas y griegas, para cursar grados? Según explicó a La Vanguardia el nuevo presidente de la CRUE, Segundo Píriz, los motivos son la burocratización de los trámites, la escasa promoción de los centros españoles y la falta de apoyo financiero para los estudiantes extranjeros.

El dinero, en este asunto, puede marcar diferencias, y quizás se puedan trazar nexos entre el mal posicionamiento de las universidades españolas como destino de estudios y los recursos que destina el Estado a la educación superior, que se ubican en torno al 1,4% del PIB, bastante por debajo del 1,9% danés y algo menos que el 1,6% del promedio de la OCDE. 

Por su parte, Jack Grove, analista de Times Higher Education, publicación británica especializada en educación universitaria, explica a Aceprensa el peso que pueden tener otros aspectos: “Como el inglés es la lengua líder en el orbe, EE.UU., el Reino Unido y Australia son los destinos naturales de los estudiantes internacionales, particularmente de los chinos, indios, coreanos y los del resto de Asia, que es probablemente el principal mercado estudiantil que las universidades tienen en la mira. [En España], los exámenes de selectividad no han ayudado, además de que la reputación de las universidades españolas –algo que consideran detenidamente los estudiantes internacionales– no es tan alta como las de EE.UU. y el Reino Unido”.

Mala posición

Entran en juego, pues, las clasificaciones en los rankings mundiales. El estudio de la CRUE cita, precisamente, el que elabora la mencionada revista británica y el de la Universidad de Shanghái. En el primero, que lista únicamente las universidades con menos de 50 años de antigüedad, la española que aparece mejor ubicada, –y esto entre los puestos 151 y 200– es la Universidad de Barcelona. En el segundo, que incluye a las instituciones más antiguas, la Autónoma de Madrid, la Autónoma de Barcelona, la Complutense y la Pompeu Fabra están incluso más atrás: entre el 201 y el 300.

“Los exámenes de selectividad y la reputación de las universidades españolas, no tan alta como la de las de EE.UU. y Reino Unido, no han ayudado”.

Sean o no discutibles los criterios para colocar más arriba o más abajo a un centro de estudios superiores, la realidad es que quien aspira a pasar tres, cuatro o cinco años en una universidad, lejos de su familia y sufragando su estancia, busca asesorarse debidamente, y los rankings –siempre tan publicitados– pueden ser un interesante instrumento de consulta.

En tal sentido, el Dr. Giacomo Calzolari, de la Universidad de Bolonia, citado por The Guardian, aconseja que los estudiantes identifiquen, por cada país y área de interés, las instituciones mejor colocadas en los rankings internacionales, y averigüen si cuentan con un “número razonable” de estudiantes internacionales matriculados en ellas, lo que puede sugerir que tales centros saben cómo satisfacer las demandas de estos. Serían, en consecuencia, apuestas bastante seguras.

Desde luego, si es este el filtro que los chicos vienen aplicando, las universidades españolas no pueden salir muy bien parados.

Enseñanza en inglés: “Ir con calma”

Que vengan a España más Erasmus que a ningún otro sitio de Europa es una buena noticia, pero no para dar saltos de alegría. A fin de cuentas, el programa europeo cubre de alguna manera, con ayudas para matrícula, alojamiento y manutención, las espaldas de los estudiantes que llegan de otros países, por corto tiempo además. El reto verdadero sería, sobre todo, captar a los que se marchan de su país para licenciarse y doctorarse, y que hasta hoy ven garantías más sólidas en las instituciones alemanas, norteamericanas o inglesas.

Precisamente el ejemplo de las universidades de Alemania puede dar una pista. Los alemanes, que se refieren a su lengua como “la de los poetas y pensadores” saben que esta no es un manjar que apetecerían muchos jóvenes asiáticos, estadounidenses o latinoamericanos como lengua lectiva. Solución: grados y postgrados íntegramente en inglés, lo que sumado al coste cero de la matrícula universitaria para nacionales y foráneos, hacen del país –que cuenta con un 7% de estudiantes extranjeros– un destino bastante más interesante.

Con una tasa de apenas el 2.8% de estudiantes extranjeros, España exhibe un menor porcentaje que Italia, Portugal y Grecia

Así pues, para intentar recuperar terreno y lograr la internacionalización de sus campus, España ha dado ya algunos pasos cuya eficacia habrá que comprobar a medio plazo. Uno de ellos fue, en junio de 2014, eliminar el requisito de las pruebas de selectividad para los aspirantes extranjeros, que era, en palabras del entonces ministro José Ignacio Wert, “el mayor obstáculo para incrementar la movilidad de los estudiantes”. Tales exámenes no se aplicaban a los estudiantes europeos, pero sí a los de países extracomunitarios, con lo cual se podría esperar un aumento de las matriculaciones de estos.

También se habla de simplificar los trámites migratorios para que los jóvenes talentos tengan más fácil acceder a las universidades, y por supuesto, se menciona un tema clave: el inglés. El propósito, incluido en una Estrategia de Internacionalización anunciada por el gobierno en 2014, es que uno de cada tres grados y uno de cada dos másters se impartan en español e inglés, o únicamente en esta última lengua. Pero Amaya Mendikoetxea, vicerrectora de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, señalaba a El Mundo que lo mejor sería ir “con calma”, pues “sabemos de profesores que llevan años impartiendo docencia en inglés y no están capacitados para ello”.

Las carrerillas de última hora, como en todo, quizás sirvan para poner parches, pero la educación superior tal vez no se baste con un remiendo.

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