El pasado 1 de mayo, un grupo de aborígenes Machco-Piro se acercó a una pequeña población del sur peruano. Cuenta El País que los visitantes dieron muerte de un flechazo a un chico residente en el lugar, tomaron unas ollas de un comedor escolar y se esfumaron en la espesura de la selva.
En poco más de un siglo, 150.000 indígenas canadienses fueron apartados de sus hogares
¿Qué hacer: ir a por ellos a exigirles responsabilidad penal? ¿Quizás internar a las fuerzas de seguridad peruanas en el bosque, aprehenderlos y llevarlos a un entorno más desarrollado para acabar de una vez en la región con la dicotomía “civilización vs. barbarie”, que el argentino Sarmiento se propuso en su día superar a sangre y fuego?
La historia de la humanidad demue…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.