Tras las matanzas del 11-S en 2001, Estados Unidos reaccionó aprobando medidas de vigilancia que recibieron el aplauso de la mayoría. Hasta que hace dos años Edward Snowden dio a conocer la magnitud del espionaje que los servicios de seguridad estaban llevando a cabo sobre propios y extraños. Las revelaciones provocaron indignación también en el extranjero. Pero ahora, varios de esos países han sufrido el zarpazo del terror y han respondido “a lo Bush”. Canadá, Francia, Gran Bretaña, Australia han decidido ampliar los poderes de sus organismos de inteligencia para vigilar a los ciudadanos.
La indignación por los actos terroristas trae el peligro de responder legislando impulsivamente, con medidas desproporcionadas
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