Los dirigentes del mundo se han reunido en la sede de la ONU en Nueva York para impulsar un acuerdo –que se espera tener listo dentro de un año– sobre qué hacer con el cambio climático. La ciencia no se lo podrá decir. Steven Koonin, físico, subsecretario del Departamento de Energía de EE.UU. en el anterior mandato de Obama, advierte en The Wall Street Journal que, contra lo que se dice, el debate científico sobre el cambio climático no está “zanjado”. Hay aspectos inciertos, y son cruciales para definir las medidas que sería necesario tomar.
No hay duda de que el clima está cambiando: se sabe que en el siglo XX la temperatura media de la superficie terrestre subió 0,78 ºC.
Además se sabe con seguridad que la acción humana está influyendo en el clima, principalmente con las crecientes emisiones de CO2 debidas al uso de combustibles fósiles. Otra certeza es que el CO2 liberado se mantendrá en la atmósfera por varios siglos.
Pero esos datos no resuelven las cuestiones cruciales para las políticas de medio ambiente, que son: ¿cómo cambiará el clima a lo largo del próximo siglo, tanto por causas naturales como humanas?, y ¿qué efecto tendrá el cambio en los ecosistemas y en las actividades humanas? Para estas preguntas, la ciencia no tiene respuesta segura. Koonin resume los principales ámbitos de incertidumbre.
– No se sabe bien de qué magnitud es la influencia de la acción humana sobre el clima, y por tanto no es posible distinguirla claramente de la variación por causas naturales.
– Los océanos almacenan la mayor parte de la energía calorífica terrestre e influyen mucho en la atmósfera, pero no hay datos suficientes sobre cómo actúan, porque las mediciones sistemáticas abarcan solo las últimas décadas.
– Otra laguna es la relativa a los procesos de realimentación, que pueden amplificar o atenuar la influencia humana. Las repercusiones que puede tener el aumento de la evaporación en un sistema tan complejo como el del clima no son deducibles de las leyes físicas: se necesitan observaciones detalladas que aún no tenemos.
– Los modelos elaborados para predecir el clima futuro son imperfectos. El último informe del Panel Internacional sobre el Cambio Climático (IPCC) tiene en cuenta los cálculos obtenidos mediante más de 50 modelos, que dan resultados muy diversos. Por tanto, no hay consenso científico sobre las predicciones.
– Una incógnita crucial que no se ha logrado despejar es la “sensibilidad climática”: el aumento de temperatura que se produciría si se doblara la concentración de CO2. Las estimaciones oscilan entre 1,5 y 4,5 ºC, que es un margen muy grande.
Esas y otras muchas incertidumbres aparecen en los informes del IPCC, aunque a la opinión pública no suelen llegar los matices, sino solo el mensaje de que el cambio climático es indudable y hay que actuar. Pero cómo actuar concretamente, la ciencia no puede decirlo hoy por hoy. Es una cuestión política: hay que decidir con una información incompleta, y teniendo en cuenta además factores no científicos. Hay que pensar qué prioridad dar al crecimiento económico, a la reducción de la pobreza, a la calidad del medio ambiente, a la equidad intergeneracional… y tomar opciones que necesariamente implicarán renunciar a algo para obtener otra cosa.
Ahora bien, la falta de certezas no justifica la pasividad. Hay motivos más que suficientes para impulsar el desarrollo de tecnologías de bajas emisiones y medidas de eficiencia energética.