Las humanidades pierden alumnos en la universidad

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Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 89/13

Los estudios humanísticos en las universidades están escasos de alumnos y de financiación. En Estados Unidos, por ejemplo, las carreras de humanidades representa ahora un 7% del alumnado, la mitad que en 1970. En la Universidad de Standford, que cuenta con 11 departamentos de humanidades, solo el 15% de los alumnos están inscritos en programas de letras; Harvard ha reducido en un 20% las carreras relacionadas con las humanidades en la última década.

En las universidades más prestigiosas, sin embargo, los estudios humanísticos se mantienen, según indica The New York Times (30-10-2013), y se están haciendo esfuerzos por promocionarlos. Tanto Princeton como Standford han puesto en marcha recientemente programas de humanidades dirigidos a estudiantes de secundaria; con ello, quieren promover este tipo de carreras.

Pero lo que se pueden permitir las universidades de élite no está al alcance de otras más modestas, con problemas de financiación más acentuados por la crisis. Es lo que ocurre en algunas instituciones universitarias públicas de Estados Unidos que, ante la falta de alumnos, se han visto obligadas a dejar de ofrecer carreras humanísticas. A comienzos de este curso, la Universidad de Endiboro (Pensilvania) anunció que iba a quitar algunos títulos, como filosofía.

Hace unos meses, la Academia Americana de Artes y Ciencias elaboró un informe en el que se reflejaba un descenso en el dinero destinado a las humanidades, frente al dirigido a financiar estudios científicos o tecnológicos. Según John Tresch, de la Universidad de Pensilvania, las universidades centran sus políticas en promocionar los estudios STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) porque en estos campos pueden optar por fianciación pública, descuidando sin embargo otras áreas de conocimiento, menos interesantes para las ayudas.

Dos ideas de universidad
Pero ¿por qué son menos los estudiantes que eligen estudios humanísticos en las últimas décadas? Algunos creen que la respuesta está relacionada con cambios más profundos que afectan a la identidad de la universidad misma, pues los estudios se valoran en función del futuro laboral o de su aplicabilidad técnica.

Pauline Yu, presidenta del American Council of Learned Societies, señala que la universidad se ve ahora como un sitio de preparación laboral y no tanto como una institución diseñada para la educación de la persona en un sentido más amplio. Desde este punto de vista, es lógico que los alumnos, preocupados por su futuro, no se vean atraídos por estudios que no ofrecen altas perspectivas laborales. Por la misma razón han disminuido también en distintos países los estudiantes de disciplinas científicas no aplicadas, como las matemáticas (cfr. Aceprensa, 12-01-2009).

Sin embargo, también en el ámbito laboral las aptitudes que se desarrollan con los estudios humanísticos resultan atractivas. Esto explica que, si bien es cierto que los estudiantes de letras tienen mayores dificultades para encontrar un primer empleo, a largo plazo el mercado de trabajo valora sus capacidades específicas, como pensamiento crítico, atención a los valores, capacidad de resolver conflictos, etc., tan importantes para todos los sectores.


Prácticas que restan credibilidad a la ciencia

El semanario The Economist se ha referido recientemente a algunos de los problemas que se plantean en el ámbito científico y que restan desgraciadamente credibilidad a las publicaciones. Hay muchos ejemplos –el último, promovido por Science (cfr. Aceprensa, 10-10-2013)– que subrayan los errores de la revisión crítica de los manuscritos, de modo que ha aumentado el número de artículos erróneos o falsos.

Sin embargo, más perjudicial resultan otras prácticas porque ponen en tela de juicio la capacidad “autocorrectiva” de la comunidad científica actual. En este sentido, The Economist alude a dos fenómenos. Por un lado, las publicaciones científicas se están interesando solo por experimentos o pruebas que arrojan resultados positivos. De hecho, en la actualidad el porcentaje de trabajos con resultados negativos que se publican se sitúa por debajo del 14%, frente al 30% de comienzos de los noventa. Es sabido, sin embargo, que en términos científicos la “refutación” de hipótesis no es menos valiosa que la verificación.

Por otro lado, relacionado con lo anterior, está disminuyendo la práctica de la “replicación” –la repetición de las pruebas o ensayos por parte de otros científicos–, una parte importante de la metodología científica que sirve para detectar errores, desechar hipótesis o consolidar determinadas teorías.

Amgen, una empresa farmacéutica de Estados Unidos, realizó una réplica de 53 estudios que se consideran centrales en la investigación médica contra el cáncer. Para ello, buscó incluso la colaboración de algunos de los investigadores que llevaron a cabo por primera vez los estudios. Solo en 6 de ellos llegaron a los mismos resultados.

Más mediática fue la refutación de la teoría del crecimiento en tiempos de deuda de Reinhart y Rogoff que hizo Thomas Herndon, un estudiante de doctorado del MIT. Herndon puso en evidencia a los dos profesores de Harvard al probar que había numerosos errores en el manejo de los datos que sustentaban su teoría.

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