En un comunicado publicado al término de su Asamblea plenaria, la conferencia episcopal nigeriana trató algunos temas sociales discutidos, como la corrupción, el matrimonio homosexual, el terrorismo o la pena de muerte.
Con una estricta coherencia respecto a los valores cristianos, el texto critica al gobierno por algunas decisiones y le felicita por otras. Por ejemplo, rechaza la vuelta a la pena de muerte por considerar que la sociedad está capacitada para dar una mejor respuesta a los condenados, una respuesta que facilite la posibilidad del arrepentimiento.
Además, denuncia la corrupción que hace que la población no disfrute de “recursos con los que Nigeria ha sido bendecida”: “el uso fraudulento del dinero público priva a los ciudadanos de servicios básicos como una educación de calidad, un cuidados médico adecuado, carreteras decentes, suministro constante de electricidad, agua potable, etc”..
En cambio, se celebra el rechazo del Senado federal a una propuesta de matrimonio homosexual. En la misma línea, el comunicado critica los “repetidos intentos de agencias extranjeras por introducir valores nocivos para la sociedad a través de campañas que promocionan el aborto, la distribución de preservativos y las uniones homosexuales”. Estas campañas “amenazan nuestra fe, nuestra identidad y nuestra cultura del amor al prójimo”.
De esta forma, el texto se opone a una forma de occidentalización poco respetuosa, que pasa por encima de los valores culturales ajenos confiada en la superioridad moral de sus (nuevas) propuestas. El comunicado de los obispos no es tampoco un alegato a favor del multiculturalismo, sino simplemente un ejercicio de coherencia intelectual basado en el respeto a la dignidad humana.
Un ejemplo de esta coherencia es precisamente la posición de la Iglesia nigeriana –y universal– con respecto a los homosexuales: en un comunicado leído al término de una reunión provincial de obispos hace 15 días, se señalaba que “nosotros reafirmamos que la familia consiste en un hombre, una mujer y los hijos. Simpatizamos con las personas que viven tendencias homosexuales y pedimos a la sociedad que no los discrimine. Sin embargo, rechazamos firmemente todos los intentos de consagrar constitucionalmente estas tendencias, y pedimos a todos los nigerianos proteger los valores tradicionales del matrimonio como una manera de construir una sociedad fuerte”.