Benedicto XVI ya se encuentra en Madrid con motivo de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud. El Papa llegó poco antes de mediodía al aeropuerto de Barajas, en Madrid, donde tuvo lugar la ceremonia de bienvenida.
Durante la ceremonia, as agradecer a los Reyes su presencia y sus palabras, el Papa recordó las inolvidables muestras de simpatía recibidas en sus anteriores visitas apostólicas a España, y particularmente en su reciente viaje a Santiago de Compostela y Barcelona.
Después de agradecer la hospitalidad de tantas familias, parroquias y otras instituciones que han acogido a los jóvenes llegados de todo el mundo, el Papa dijo:
“Vengo aquí a encontrarme con millares de jóvenes de todo el mundo, católicos, interesados por Cristo o en busca de la verdad que dé sentido genuino a su existencia. Llego como Sucesor de Pedro para confirmar a todos en la fe, viviendo unos días de intensa actividad pastoral para anunciar que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Para impulsar el compromiso de construir el Reino de Dios en el mundo, entre nosotros. Para exhortar a los jóvenes a encontrarse personalmente con Cristo Amigo y así, radicados en su Persona, convertirse en sus fieles seguidores y valerosos testigos”.
Al preguntarse “por qué y para qué ha venido esta multitud de jóvenes a Madrid”, el Pontífice afirmó que “aunque la respuesta deberían darla ellos mismos, bien se puede pensar que desean escuchar la Palabra de Dios, como se les ha propuesto en el lema para esta Jornada Mundial de la Juventud, de manera que, arraigados y edificados en Cristo, manifiesten la firmeza de su fe”.
Dios habla a los jóvenes
“Muchos de ellos han oído la voz de Dios, tal vez solo como un leve susurro, que los ha impulsado a buscarlo más diligentemente y a compartir con otros la experiencia de la fuerza que tiene en sus vidas. Este descubrimiento del Dios vivo alienta a los jóvenes y abre sus ojos a los desafíos del mundo en que viven, con sus posibilidades y limitaciones. Ven la superficialidad, el consumismo y el hedonismo imperantes, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad, tanta corrupción. Y saben que sin Dios sería arduo afrontar esos retos y ser verdaderamente felices, volcando para ello su entusiasmo en la consecución de una vida auténtica”.
El Papa afirmó que en esta Jornada, los jóvenes “tienen una ocasión privilegiada para poner en común sus aspiraciones, intercambiar recíprocamente la riqueza de sus culturas y experiencias, animarse mutuamente en un camino de fe y de vida, en el cual algunos se creen solos o ignorados en sus ambientes cotidianos”.
“No están solos”, les aseguró el Papa. “Muchos coetáneos suyos comparten sus mismos propósitos y, fiándose por entero de Cristo, saben que tienen realmente un futuro por delante y no temen los compromisos decisivos que llenan toda la vida. Por eso me causa inmensa alegría escucharlos, rezar juntos y celebrar la Eucaristía con ellos. La Jornada Mundial de la Juventud nos trae un mensaje de esperanza, como una brisa de aire puro y juvenil, con aromas renovadores que nos llenan de confianza ante el mañana de la Iglesia y del mundo”.
Dios en la vida pública
Reconoció que “muchos jóvenes, además, miran con preocupación el futuro ante la dificultad de encontrar un empleo digno, o bien por haberlo perdido o tenerlo muy precario e inseguro. Hay otros que precisan de prevención para no caer en la red de la droga, o de ayuda eficaz, si por desgracia ya cayeron en ella. No pocos, por causa de su fe en Cristo, sufren en sí mismos la discriminación, que lleva al desprecio y a la persecución abierta o larvada que padecen en determinadas regiones y países”.
Y al recordar que a los jóvenes “se les acosa queriendo apartarlos de Él, privándolos de los signos de su presencia en la vida pública, y silenciando hasta su santo Nombre”, añadió: “Pero yo vuelvo a decir a los jóvenes, con todas las fuerzas de mi corazón: que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor. Él no ha tenido reparo en hacerse uno como nosotros y experimentar nuestras angustias para llevarlas a Dios, y así nos ha salvado”.
Para superar estas dificultades, Benedicto XVI agregó: “es urgente ayudar a los jóvenes discípulos de Jesús a permanecer firmes en la fe y a asumir la bella aventura de anunciarla y testimoniarla abiertamente con su propia vida. Un testimonio valiente y lleno de amor al hombre hermano, decidido y prudente a la vez, sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con otras legítimas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias”.
Y al saludar desde el aeropuerto de la capital española a todos los queridos amigos españoles y madrileños, y a los que han venido de tantas otras tierras, el Papa concluyó: “Durante estos días estaré junto a vosotros, teniendo también muy presentes a todos los jóvenes del mundo, en particular a los que pasan por pruebas de diversa índole”.
Acabado el recibimiento en el aeropuerto, Benedicto XVI se trasladó a la Nunciatura en el “papamóvil”. Durante todo el trayecto desde la entrada en la ciudad (unos 6 km) le aclamó una multitud de jóvenes y otras personas que se habían colocado a lo largo del recorrido.