Acaba de publicarse una petición colectiva de musulmanes franceses en el diario Libération, del 12 de enero, fruto de una iniciativa de la revista trimestral Respect Magazine. El manifiesto marca un hito en la historia del Islam en Francia. Ante todo, por la condena enérgica de los ataques contra los cristianos en el Oriente Medio. Además, por la amplitud de los firmantes, que representan muy distintas sensibilidades dentro de la comunidad musulmana de Francia.
No están sólo imanes o autoridades religiosas más o menos conocidas, sino personalidades de diversos ámbitos culturales y sociales. Entre los primeros 70 firmantes hay artistas, escritores, empresarios, médicos, periodistas, compositores, catedráticos, sociólogos, arquitectos, cineastas, presidentes de asociaciones cívicas, concejales y funcionarios. No todos son creyentes en sentido estricto; figuran también personas que se consideran simplemente de tradición o cultura musulmanas.
Una condena radical y explícita
Se trata de un auténtico manifiesto, con el expresivo título “El Islam, escarnecido por los terroristas”. Hasta ahora se habían producido intervenciones críticas de personalidades singulares, así como de instituciones como el Consejo francés del culto musulmán, la Mezquita de París o la Federación de Organizaciones Islámicas en Europa. Pero nunca se había llegado a una condena tan radical y explícita.
El documento se refiere expresamente a las “atrocidades cometidas en nombre del Islam” contra los cristianos en Egipto y en Iraq, y afirma que “estos asesinos no son del Islam y no representan en absoluto a los musulmanes”. Rechaza en concreto la que consideran usurpación de la propia identidad religiosa por parte de “falsarios” que esgrimen la religión como un arma destructiva.
La presión ha sido fuerte estos últimos meses en los medios de comunicación. Muchos pedían a los musulmanes una clara denuncia. Y ciertamente han respondido en términos fuertes: “El asesinato de cristianos, como de todo ser humano, es un horror absoluto. Y es también al Islam al que se asesina cometiendo crímenes en su nombre”, afirman los autores del escrito, a la vez que expresan su “indignación” y su “rechazo de la intolerancia y de la violencia cometidas, en todo el mundo, contra las minorías”. Sin duda, contribuirá a desactivar los sentimientos hostiles hacia los musulmanes que iban en aumento tras los últimos atentados. Se reflejaba en los últimos sondeos de Ifop (Aceprensa, 7 enero 2011).
Los firmantes del manifiesto se presentan a sí mismos como «ciudadanos» de un «país multiconfesional». Pero consideran que “también se asesina al Islam cometiendo crímenes en su nombre». Quieren dar voz a otro Islam, el Islam de Francia, sin inhibiciones, pero responsable. Con el documento manifiestan una cierta madurez de esa porción cultural y religiosa de la sociedad francesa.
Reticencias y ataques al Papa en Egipto y Pakistán
Esta posición contrasta con otras respuestas, como las procedentes de Egipto o Pakistán, que protestan contra la “injerencia” del Papa al condenar la violencia contra los coptos o al pedir la derogación de la ley anti-blasfemia.
De hecho, la embajadora de Egipto ante la Santa Sede fue llamada a consultas desde El Cairo, peculiar modo diplomático de manifestar recelo, cuando no oposición. La Oficina de información vaticana dio un comunicado conciliador, tras la entrevista de la representante egipcia con el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, antes de viajar a su país. La nota concluye: “Subrayando que la Santa Sede se une a la conmoción de todo el pueblo egipcio, sacudido por el atentado de Alejandría, el arzobispo Mamberti ha asegurado que también comparte plenamente las preocupaciones del gobierno para ‘evitar los enfrentamientos y tensiones por motivos religiosos’ y que aprecia los esfuerzos que realiza en esta dirección».
En Pakistán, la red islámica «Tehrik-i-Tahaffuz Namoos-i-Risalat” (Alianza para defender el honor del Profeta»), convocó para el 14 de enero, después de las oraciones islámicas del viernes, una manifestación nacional de protesta contra el Papa, por su referencia a la ley anti-blasfemia durante el discurso del 10 de enero al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. Esa red de movimientos y partidos radicales islámicos se formó a raíz de la aparición de un vasto movimiento de la sociedad civil de Pakistán, que pide el indulto de Asia Bibi, el respeto de los derechos humanos y la libertad de las conciencias y, en fin, la abolición o reforma de la polémica ley sobre la blasfemia.