Aunque el número de mujeres que se dedican profesionalmente a las ciencias, a las matemáticas o a la ingeniería sigue aumentando y en la Unión Europea el número de investigadoras crece a una tasa dos veces mayor que la de los hombres, existe todavía una diferencia notable entre el total de hombres y mujeres que comparten esos perfiles profesionales, en relación con otros sectores. Varios informes recientes coinciden en afirmar que ni el determinismo sexual ni las habilidades cerebrales parecen tener protagonismo en esta elección, sino otros elementos mucho más simples: estereotipos culturales, prejuicios y un conjunto de factores ligados a las emociones, que fácilmente pueden superarse con una motivación adecuada.
Un reportaje reciente del …
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.