En un artículo publicado en The Catholic Difference (3-02-2010), George Weigel desgrana las líneas maestras del ecologismo que defiende Benedicto XVI. Para el Papa, la preocupación por el medio ambiente es inseparable del respeto a la vida del no nacido y del matrimonio concebido como la unión entre el hombre y la mujer.
Benedicto XVI suele insistir en que defender lo creado exige respetar la naturaleza del ser humano (cfr. Aceprensa, 23 diciembre 2008). Según Weigel, esta consideración marca la diferencia entre el Papa y el movimiento ecologista contemporáneo: “El hecho de que se refiera a la ‘creación’ supone un desafío a los dogmas seculares que suscriben muchos de activistas del ecologismo actual”.
En el discurso que dirigió el 11 de enero a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede en la tradicional audiencia de comienzo del año, Benedicto XVI hizo hincapié en que la visión del hombre que sostienen las personas y los gobiernos tiene consecuencias en el medio ambiente.
Tras la caída del muro de Berlín y el derrumbamiento de los regímenes materialistas y ateos, se hico patente -dice el Papa- “el alcance de las profundas heridas que un sistema económico sin referencias fundadas en la verdad del hombre había infligido, no sólo a la dignidad y a la libertad de las personas y de los pueblos, sino también a la naturaleza, con la contaminación de la tierra, las aguas y el aire”
“La negación de Dios desfigura la libertad de la persona humana, al tiempo que devasta la creación. Por eso, la salvaguardia de la creación no responde principalmente a una exigencia estética sino más bien a una exigencia moral, ya que la naturaleza manifiesta un designio de amor y de verdad que nos precede y que viene de Dios”.
Como apunta Weigel, estas reflexiones sirven al Papa para sacar dos implicaciones concretas que han de ir unidas a la causa del ecologismo: el respeto a la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural y la defensa del matrimonio concebido como un vínculo estable entre hombre y mujer.
Respecto a la primera cuestión, el Papa se pregunta: “¿Cómo es posible separar -o incluso presentar como antagónicas- la protección del medio ambiente y la protección de la vida humana, incluida la del no nacido? Es en el respeto a la persona humana donde se manifiesta su sentido de responsabilidad por la creación. Pues, como enseña santo Tomás de Aquino, el hombre representa lo más noble del universo”.
En relación a lo segundo, Benedicto XVI denuncia los intentos de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo: “Las criaturas difieren unas de otras y, como muestra la experiencia diaria, se puede protegerlas o hacerlas daño de muchas formas. Un ataque proviene de las leyes y las propuestas que, en nombre de la lucha contra la discriminación, atentan contra el fundamento biológico de la diferencia entre los sexos”.
Para Weigel, el discurso del Papa tiende la mano a todos aquellos que quieran construir un ecologismo integral. “Ahora -concluye- habrá que esperar y ver si hay un puñado de ecologistas valientes que se atreven a hacer causa común con esos otros movimientos, políticamente incorrectos, a favor de la vida y del matrimonio”.