Las últimas estadísticas laborales en Estados Unidos revelan que la tasa de participación de las mujeres en la población activa se acerca cada vez más a la de los varones, al verse estos más afectados por los despidos y el paro durante la crisis económica. Esta nueva tendencia también desdibuja una reciente teoría sobre el retorno de madres hacia el hogar, ya que según informes recientes su salida se debe más bien a la falta de flexibilidad del mercado laboral.
En octubre había en Estados Unidos 65,4 millones de mujeres con trabajo, lo que supone el 47,3% de la población ocupada; los hombres con empleo eran 72,8 millones, el 52,7%. El dato confirma el gran avance de las mujeres en el mercado laboral, pues en 1970 solo ocupaban el 35% de los empleos.
Esta insólita tendencia se comprende mejor si se tiene en cuenta que la tasa de desempleo entre los hombres es del 11,4% -los sectores más castigados por la crisis, la construcción y la industria manufacturera, son de predominio masculino-, mientras que entre las mujeres el desempleo se sitúa en el 8,8%, al ser mayoritariamente femeninas las áreas más estables, como la educación y la salud.
Estos porcentajes, según explica Kelly Evans en una información que recoge The Wall Street Journal, están motivando una ruptura en la distribución de roles tradicionales de algunos hogares en los que hasta ahora al menos uno de los cónyuges permanecía en casa. En muchos hogares se ha pasado del “ella trabaja porque quiere” al “ella trabaja porque lo necesita”, afirma Arlie Hochschild, profesora de la Universidad de California, con el consiguiente intercambio de papeles en el matrimonio. Mujeres que dejaron de trabajar o comenzaron hacerlo a media jornada han tenido que retomar horarios completos, ante la pérdida del empleo de los maridos.
“Ahora es él quien realiza las tareas de la casa o recoge a la niña en la escuela”, señala una de las reincorporadas al mundo laboral. De hecho, en cuatro de cada diez familias con hijos menores de edad las mujeres son la única fuente de ingresos o ganan igual o más que sus maridos.
Mientras los sociólogos analizan la nueva composición de la población activa, otros informes ponen en duda la denominada revolución opt-out, que hace referencia a la opción voluntaria de quedar fuera del mercado laboral y que se alcanzó cierta popularidad a raíz de un artículo de Lisa Belkin, publicado en 2003 en The New York Times. Para Heather Boushey, economista del Centro para la Investigación Política y Económica de Washington, la caída de las tasas de participación de las mujeres en el empleo observada entre 2001 y 2005 se debió más bien a la debilidad del mercado laboral, tendencia que también afectó a los hombres.
Desmontando el mito
En un informe con el sugerente título de “¿Optan las mujeres por quedarse en casa? Desmontando el mito”, la economista señala que “el número de empleos perdidos en la recesión de comienzos del año 2000 hizo parecer que las mujeres -y especialmente las que tenían hijos- decidían voluntariamente dejar sus puestos. Pero en la actualidad la proporción de las que estarían dispuestas a dejar el trabajo por sus hijos es solo la mitad de 1984”.
En la misma línea apuntan las conclusiones de un segundo informe sobre la materia, elaborado por la directora del Centro WorkLife Law de la Universidad de California, Joan Williams, ya que, en su opinión, “la mayoría de las mujeres no deciden volver a casa sino que se ven forzadas por la inflexibilidad de las empresas, por la falta de apoyos y por los prejuicios contra las madres”.
El estudio del que Williams es coautora, “¿Por gusto o forzada a dejar el trabajo? Cómo la prensa cubre los conflictos trabajo-familia”, señala que los modelos escogidos por la prensa suelen centrarse en personas con un alto nivel cultural, que suponen solo el 8%. “El famoso artículo de Belkin en The New York Times resultaba engañoso, puesto que retrataba a ocho mujeres licenciadas por la Universidad de Princeton”. Para Williams, se daba la impresión de que la salida de las mujeres del trabajo es una elección, cuando “para las que perciben salarios bajos la elección no existe”: simplemente sufren la falta de flexibilidad.
La necesidad de mejores condiciones laborales para las familias también ha sido reclamada recientemente por el Shriver Report, que concluía que “más del 80% de hombres y mujeres coinciden en que las empresas que no se adaptan a las necesidades actuales de la familia se arriesgan a perder los buenos trabajadores”. El informe señala que la amplia proporción de mujeres en la población activa seguirá creciendo, puesto que se prevé que las empresas con más posibilidades continuarán siendo las de los ámbitos de salud y educación, en los que abundan las mujeres.