Uno de los temas candentes de la recién concluida campaña electoral italiana fue la política de inmigración. En los meses precedentes, ante algunos episodios de apología de la violencia yihadista en las mezquitas y otros de crímenes cometidos por inmigrantes ilegales de Europa del este, se levantaron voces que reclamaban un filtro más estrecho en la entrada de inmigrantes.
La vuelta al poder de Silvio Berlusconi coloca el tema entre las prioridades del nuevo gobierno, sobre todo por la influencia que tendrá la regionalista Liga Norte de Umberto Bossi. En las elecciones la Liga ganó prácticamente en todas las partes donde se presentó en el norte de la península. En este panorama, será lógico que la Liga obtenga importantes cargos de gobierno. Entre las intenciones prioritarias de Bossi está la aplicación inmediata del federalismo fiscal, pero también ha dejado claro que exigirá mano dura contra la inmigración.
Según un reciente estudio del Ministerio del Interior, en Italia residen actualmente 2,4 millones de extranjeros con permiso de residencia en regla, 129.000 más que el año anterior. Cerca del 90% viven en las regiones más desarrolladas del Norte. El porcentaje de inmigrantes (incluido el número estimado de irregulares) en la población total, 5%, no es muy elevado si se compara con otros países de Europa, pero existe una importante desigualdad entre las regiones del norte-centro (6,8%) y las del sur (1,6%). Entre los extranjeros residentes prevalecen los más jóvenes: la edad media es de 30 años (la de los residentes es de 42).
En cuanto a las ocupaciones de los inmigrantes, más de la mitad de las mujeres están empleadas en el servicio doméstico o la atención a niños o mayores. Cerca de un cuarto trabaja más de 20 horas a la semana. El 85% son trabajadores dependientes, la mayoría (70%) en el sector del comercio y la construcción. El país al que los inmigrantes envían más remesas de dinero es Rumanía, con 777 millones de euros al año.
En lo relativo a los países de procedencia ha caído el número de los marroquíes, de los tunecinos y de los filipinos, en favor de los albaneses y los chinos. También crece, especialmente en los últimos años, el número de los rumanos y el de los ucranianos. Estos dos últimos grupos son los que provocan más polémica.
El informe del Ministerio sostiene que estos dos países son el origen de un buen número de los inmigrantes ilegales. En el caso de los rumanos, a raíz de la entrada de este país en la UE se ha multiplicado la entrada en Italia de delincuentes. Desde el inicio de 2007 se han producido cientos de detenciones en operaciones coordinadas entre el Ministerio del Interior italiano y su homólogo de Bucarest, para hacer frente a la exportación de la delincuencia.
Según un estudio de Makno & Consulting, va en aumento la desconfianza de los italianos hacia los inmigrantes, en particular, hacia los de origen islámico: uno de cada tres italianos es contrario a la construcción de mezquitas sobre suelo nacional. Un alto porcentaje de los encuestados incluye la regulación de la inmigración entre los diez principales problemas a los que ha de enfrentarse el nuevo gobierno.