El Mercosur, el bloque comercial inaugurado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay en el marco de los gobiernos neoliberales de la época, tiene aún mucho camino que recorrer. Las promesas siguen ganando a los hechos, como sucedió en la última cumbre de presidentes.
Montevideo. El Mercosur está lejos de ser un área de libre comercio como buscaron sus fundadores: el proteccionismo, como el brasileño o el argentino, entorpece los objetivos, y paraguayos y uruguayos insisten desde hace años en eliminar las asimetrías y que tengan en cuenta sus peticiones.
El factor Chávez
Al actual panorama se suma el factor Hugo Chávez, que ha polarizado la región y que, entre otras cosas, ha dicho que le gustaría politizar el bloque. El presidente venezolano puja por el ingreso de su país, que tiene voz pero no voto dentro del Mercosur, y presiona a los parlamentos de Paraguay y Brasil para que aprueben su entrada -ya ratificada por Argentina y Uruguay- cuanto antes. Su impetuosidad no ha hecho otra cosa que agregar problemas a los ya existentes.
Chávez ha llamado “loros que repiten lo que dice Washington” a los legisladores brasileños por criticar la no renovación de la concesión a la cadena televisiva opositora RCTV y por no aprobar con celeridad el protocolo de adhesión de Venezuela al Mercosur. Además, les dio un plazo de tres meses para que lo hagan, o retirará la candidatura de su país, pues -según afirmó- no desea “servir a las oligarquías de derecha”. El ultimátum cayó muy mal en el gobierno y entre los legisladores brasileños, al igual que en algunos de sus colegas paraguayos. De todos modos, el gobierno de Asunción anunció que apoya la entrada de Venezuela, que seguramente se aprobará en septiembre.
El presidente argentino Néstor Kirchner pretendió calmar las aguas de un posible conflicto entre las administraciones de Venezuela y Brasil, pidiendo a Luiz Inácio Lula da Silva que facilite la entrada de los venezolanos al bloque comercial. El mandatario brasileño pareció hacerle caso al llamarse “amigo” de Chávez y aseverar que no tiene ningún inconveniente con el líder caribeño. Lo cierto es que es casi inviable que en tres meses los legisladores de Brasil y Paraguay den vía libre al pedido venezolano; las posiciones encontradas entre diputados y senadores de ambos países pueden prolongar el trámite por un tiempo más.
Más candidatos
En esta carrera por impulsar la integración -palabra muy de moda en la región y repetida sobre todo por Chávez-, se creó además el Parlamento del Mercosur, o Parlasur, que comenzó a funcionar el pasado 7 de mayo con parlamentarios de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, con la intención de dar más peso político al bloque y de acercarse cada vez más al ideario de la Unión Europea. Cuando se inauguró este Parlamento, el presidente Lula manifestó su sueño de que el Mercosur logre una sola moneda, el pasaporte común y un único mercado de bienes y consumo. Pero por ahora, es un deseo: el Parlasur, con sede en Montevideo, tiene únicamente carácter consultivo y para que funcione con plenitud se deberán superar varias barreras que el propio Brasil debe derribar.
En tanto, Bolivia y Ecuador, países asociados pero no miembros plenos, han transmitido el deseo de sumarse al Mercosur, estimulados por la presencia de Chávez. Chile se encuentra en la misma condición que los bolivianos y ecuatorianos, pero a diferencia de estos se conforma con su relación actual. Para la mejor economía de América Latina, es suficiente con ser socio. Una postura inteligente, según algunos analistas, que permite a Chile concretar cuantos tratados de libre comercio le venga en gana sin necesidad de consultar con los gobiernos del bloque.
Nueva cumbre, mismos resultados
La XXXIII Reunión Ordinaria del Consejo del Mercado Común, celebrada entre el 28 y 29 de junio pasados en Asunción y que no contó con la presencia de Chávez -de gira por Rusia, Bielorrusia e Irán-, volvió a marcar la pauta de estos años. Uruguay y Paraguay quejándose por el trato de los “grandes” del Mercosur -Argentina y Brasil-, aunque ellos, una vez más, volvieron a comprometerse a ser más comprensivos con los “pequeños”.
Durante la cumbre los gobiernos uruguayo y paraguayo pidieron lo de siempre: cumplir el artículo primero del Tratado de Asunción, que garantiza la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos; eliminar todas las restricciones arancelarias y aduaneras a la circulación de mercaderías; plan estratégico para la superación de las asimetrías entre los países y las regiones menos desarrolladas.
De todas maneras, en este encuentro en la capital paraguaya, Nicanor Duarte y Tabaré Vázquez, presidentes de Paraguay y Uruguay respectivamente, vieron una actitud más proclive al entendimiento de los “pesados” del bloque. El mandatario uruguayo se había retirado muy molesto y con gran frustración por la falta de acuerdos en la anterior cumbre de Rio de Janeiro, en enero pasado. En Asunción quedó un poco más tranquilo, aunque le sigue quedando el sabor a poco.
Llegada la instancia, las propuestas de reducir las barreras no arancelarias al comercio dentro del bloque, fueron aceptadas por argentinos y brasileños, más Venezuela. Al menos de palabra. Pero cuando la delegación uruguaya puso sobre la mesa la idea de generar un paquete de incentivos fiscales y económicos a la inversión extranjera y regional, a la exportación e importación, Brasil se negó sin dar muchas explicaciones.
Barreras comerciales
La mano venía complicada desde poco antes de la cumbre, cuando se celebró la V Reunión Extraordinaria del Consejo del Mercado Común del Mercosur a fines de mayo, también en Asunción. En ese entonces, la comitiva uruguaya vio cómo daban largas a su propuesta para superar las asimetrías que jaquean la integración regional. Apenas se logró fijar un cronograma a un año y medio para la eliminación de trabas no arancelarias derivadas de políticas económicas internas, sobre todo de Brasil y Argentina. Esas trabas dificultan el comercio y hacen difícil la colocación de productos en esos mercados.
En aquel encuentro los cancilleres se concentraron en programar el ingreso de Venezuela en el Mercosur como miembro pleno. Además, se focalizaron en aprobar la creación del Banco del Sur -su acta fundacional fue firmada el 26 de junio en Caracas-, una iniciativa de Chávez. Para algunos analistas, el mandatario caribeño busca canalizar sus blandos créditos para ganar amigos a fuerza de petrodólares.
Una de las claves que el Mercosur deberá manejar para salir del estancamiento, además de superar las asimetrías, será tener la cintura necesaria para no caer deliberadamente en la órbita Chávez. De lo contrario, nadará entre los caprichos de un presidente que en su país ha menoscabado los principios democráticos.