La integración de los hijos de inmigrantes

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La integración de los hijos de inmigrantes en el sistema escolar y en el mercado de trabajo de los países receptores es una cuestión cada vez más acuciante. Cuando se trata de hijos nacidos en el extranjero, las dificultades lingüísticas, las diferencias entre los sistemas escolares del país de origen y el país receptor, y el menor nivel sociocultural de los padres obstaculizan a menudo su integración. El informe de la OCDE Perspectivas de las migraciones internacionales (2007), recién publicado, dedica un apartado especial a estos problemas de integración escolar y laboral en los países de la zona.

El informe distingue entre los jóvenes inmigrantes (nacidos en el extranjero y emigrados a menudo con sus padres) y los hijos de inmigrantes nacidos en el país de acogida.

Respecto a los jóvenes inmigrantes, en muchos casos los datos no permiten determinar qué parte de la escolaridad se ha efectuado en el país de origen y qué parte en el país receptor, lo que hace difíciles las comparaciones.

En cambio, los llamados “inmigrantes de la segunda generación” han sido enteramente educados y escolarizados en el país receptor. Ya desde los años 70 se había advertido que estos jóvenes obtenían resultados mediocres en la educación y en el mercado de trabajo de los países de Europa occidental que habían experimentado una fuerte inmigración de trabajadores poco instruidos en los años 50 y 60. Pero faltaban estudios sistemáticos. Para rellenar esta laguna, el informe ha reunido los datos sobre los jóvenes inmigrantes y los de “segunda generación” en diez países de la OCDE donde constituyen una proporción importante de los jóvenes de 20 a 29 años.

En conjunto, las personas de origen inmigrante representan más del 30% de la población de 20-29 años en Australia, Canadá y Suiza; entre el 30% y el 20% en Suecia, en EE.UU., en Holanda, en Alemania, en Francia y en el Reino Unido; y cerca del 15% en Dinamarca y Noruega. Y los jóvenes inmigrantes nacidos en el extranjero representan una parte más importante que los de segunda generación.

Retraso escolar

Habida cuenta de la diferencia de nivel de instrucción entre los padres inmigrantes y los padres autóctonos, cabía esperar que los hijos de los primeros obtuvieran resultados escolares más flojos. Y así se confirma por los datos del informe PISA (2003), que mide las competencias de los jóvenes de 15 años (al acabar la escolaridad obligatoria) respecto a matemáticas, ciencias y comprensión lectora. De estos y otros estudios, el informe de la OCDE subraya algunas tendencias observadas:

1) Como regla general, los miembros de la segunda generación obtienen mejores resultados que sus homólogos inmigrantes, lo cual es lógico ya que los primeros han hecho toda su escolaridad en el país receptor.

2) Sin embargo, en los países donde se dispone de datos, se advierten diferencias importantes entre los jóvenes autóctonos y los inmigrantes de segunda generación. Esto sucede especialmente en Alemania y Bélgica, donde el retraso de los segundos equivale a dos años de escolaridad. Las diferencias son también importantes en Dinamarca, Suiza, Holanda, Austria y Francia.

3) Los datos de PISA revelan una estrecha relación entre el nivel de cualificación de los inmigrantes admitidos y el nivel de instrucción de sus hijos nacidos en el país respecto a los otros alumnos autóctonos. En los países de la OCDE que han seleccionado a los inmigrantes en función de su cualificación profesional, como Australia y Canadá, el nivel medio de formación de los miembros de la segunda generación es más o menos el mismo que el de los otros alumnos autóctonos. En el otro extremo se encuentran Alemania y Bélgica, donde el reclutamiento de mano de obra poco cualificada ha sido particularmente importante.

Diferencias en la segunda generación

4) Si las diferencias de resultados entre los alumnos inmigrantes de segunda generación y los otros autóctonos se debieran solo a las disparidades socioeconómicas, se podría pensar que desaparecerían al ajustar las cifras en función del nivel de cualificación y el estatus profesional de los padres. En efecto, la neutralización del estatus socioeconómico reduce la diferencia aproximadamente a la mitad. Pero, así y todo, los alumnos de segunda generación siguen a menudo en situación muy desfavorable en Alemania, Bélgica, Suiza y Austria.

5) Un factor específico de los hijos de inmigrantes es que a menudo hablan en casa una lengua diferente a la del país de acogida. Los que están en este caso obtienen generalmente peores resultados que los otros salidos de la inmigración, en particular en Alemania y Bélgica.

6) Si las diferencias se miden por el nivel de educación alcanzado entre los jóvenes de 20 a 29 años, se ve que los jóvenes inmigrantes tienen un nivel de estudios menos elevado que los autóctonos en todos los países, salvo en Australia y Canadá, países donde alcanzan incluso un nivel más elevado. Esta situación se debe probablemente a la política de inmigración más selectiva que practican estos países.

Aunque los resultados de los inmigrantes de segunda generación son mejores que los de los otros inmigrantes, están aún por debajo de los que alcanzan los jóvenes autóctonos, excepto en Canadá, Australia y Reino Unido.

7) La elevación del nivel de instrucción entre los inmigrantes de segunda generación es más marcado en el caso de las mujeres que en el de los hombres, ya que por lo general sus madres inmigrantes tenían un nivel muy bajo.

8) En todos los países, las mujeres autóctonas cuyos padres han nacido en el extranjero tienen un nivel de instrucción más elevado que sus homólogos masculinos.

Los resultados en el mercado de trabajo

El nivel de formación alcanzado determina sensiblemente las posibilidades en materia de empleo. Al observar las tasas de empleo de los hijos de inmigrantes, se comprueba que si bien los de segunda generación tienen más probabilidad de estar empleados que los otros inmigrantes, quedan muy por detrás de los hijos de autóctonos en los países europeos de la OCDE, a excepción de Suiza.

El informe detecta que existe una relación entre el país de origen de los padres inmigrantes y los resultados de sus hijos en el mercado laboral. En particular, los hijos autóctonos de padres inmigrantes de África tienen más dificultades laborales que aquellos cuyos padres son originarios de países europeos.

Hay un importante desfase entre las tasas de empleo de los inmigrantes de segunda generación y los hijos de autóctonos en la mayoría de los países europeos (entre 10 y 15 puntos). En parte es imputable al menor nivel de instrucción de los primeros. Pero la diferencia laboral con los hijos de autóctonos que tienen un nivel de estudios comparable es a menudo más grande en la escala superior de cualificaciones.

Los hijos de inmigrantes sufren también por lo general una tasa de paro más elevada que los hijos de autóctonos. En todos los países de Europa la tasa de paro es de 1,5 a 2 veces más alta entre los inmigrantes de segunda generación que entre los hijos de autóctonos.

Medios para superar los obstáculos

Si los resultados laborales más mediocres de los hijos de inmigrantes se explican en parte por su nivel de instrucción menos elevado, se ha constatado que una escolarización precoz en el país de residencia contribuye mucho a mejorarlo. Algunos estudios han comprobado que frecuentar la enseñanza preescolar desde los dos años influye sensiblemente en el éxito escolar de los hijos de inmigrantes. Así pues, dice el informe, “parece que la eficacia de las políticas destinadas a mejorar los resultados escolares es mayor cuando se dirigen a niños en edades tempranas, y varios países de la OCDE -Alemania, Dinamarca- han tomado medidas recientemente en este sentido”.

Sin embargo, las diferencias de empleo entre los hijos de inmigrantes nacidos en el país de acogida y los hijos de autóctonos con un nivel de formación comparable siguen siendo importantes, lo que induce a pensar que influyen también otros factores además de la educación. El informe menciona varias razones que pueden influir en la menor tasa de empleo de los inmigrantes de segunda generación.

La primera es la falta de acceso a redes de contactos que facilitan el empleo. En muchos países una parte importante de los empleos se adjudican a través de contactos informales entre amigos y conocidos. Cabe suponer que los autóctonos tienen más relaciones que los nacidos en el extranjero. Incluso los de segunda generación tienen menos oportunidades de relacionarse con los responsables de las tomas de decisiones, por la condición generalmente modesta de sus padres.

Para poner en contacto a los empleadores con los hijos adultos de inmigrantes se han utilizado iniciativas como los salones de empresa, los stages, el mentorado… Todo esto puede facilitar también un mejor conocimiento del modo en que funciona el mercado de trabajo, por ejemplo, cómo hay que postularse para un puesto o cómo tener éxito en una entrevista de trabajo.

A fin de evitar la discriminación en el empleo basada en el origen y la clase social, de la que a menudo se quejan los hijos de inmigrantes, se ha empezado a utilizar a título voluntario y experimental el curriculum vitae anónimo. Con esta fórmula, el CV que llega al responsable de seleccionar candidatos contiene sus datos educativos y profesionales, pero sin mostrar los datos personales (nombre, lugar de nacimiento…) que podrían revelar su origen.

También el sector público puede desempeñar un papel en la inserción de los inmigrantes de segunda generación. El reclutamiento de hijos de inmigrantes en la Administración pública refuerza la visibilidad en la vida corriente de las personas de origen inmigrante.

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