Con una sonada entrevista en el periódico de tendencia liberal polaco «Gazeta Wyborcza» (medio millón de tirada), el líder de la Liga de las Familias, Roman Giertych, se ha distanciado de las acusaciones que poco antes había formulado contra él un portavoz del gobierno de Israel. Dos días después Giertych realizaba una visita y rendía homenaje público a las víctimas de Jedwabny, una aldea en la que la población polaca había colaborado durante la guerra con la SS en la liquidación de aproximadamente 50 judíos.
Desde hace meses «Gazeta Wyborcza» es muy crítico con el gobierno actual, formado por una coalición del partidos de la derecha. El más pequeño es la Liga de las Familias que, desde las elecciones de octubre 2005, dispone de 29 diputados en el Sejm (parlamento) polaco (que tiene en total 460 escaños). Giertych es vicepresidente del gobierno polaco y ministro de Educación. Las declaraciones de Giertych han provocado fuertes reacciones dentro de su propio partido.
Se trata de una larga entrevista (15-07-06) dedicada a la historia contemporánea de Polonia y a la figura de un político polaco de entreguerras llamado Roman Dmowski (el político polaco que negoció en Versalles el Tratado de Paz que devolvió la independencia a Polonia en 1918). El partido que preside Roman Giertych fue fundado en la nueva democracia postcomunista polaca, pero el pensamiento nacional y la tradición familiar de Giertych le asocian en Polonia con la ideología del partido Nacional Democrático de Dmowski en el periodo de entreguerras. Era el equivalente polaco de los movimientos y partidos nacionalistas y autoritarios europeos de la época.
Roman Giertych se ha mostrado ahora muy crítico con respecto a las posiciones de Dmowski. En concreto criticó el nacionalismo que llevó a la Polonia de entreguerras a maltratar a las minorías no polacas al oriente de lo que hoy es la frontera polaca: «En esta cuestión Dmowski no tenía razón», porque «la política no puede regirse sólo por los intereses nacionales». «Yo no soy nacionalista, porque por encima de la idea nacional están las ideas supranacionales», declaró el líder de un partido que no hace mucho se había opuesto a la integración de Polonia en la Unión Europea y que por lo general suele ser calificado de populista.
Según Giertych, el error de Dmowski en sus relaciones con la Iglesia católica es el mismo que está cometiendo el ex disidente Adam Michnik (y director de «Gazeta Wyborcza»): intentar servirse de ella para los fines políticos: Dmowski hacía «todo lo posible para fortalecer el espíritu católico, porque el clero es el natural soporte del pueblo». Para Michnik, «la izquierda de una o de otra forma tiene que identificarse con la Iglesia y con ello la izquierda logrará dirigir al pueblo».
El joven político polaco de 33 años insiste a este respecto: «Desde el principio de mi actividad política intenté distanciarme de la idea nacionalista en favor de la realización de la doctrina social de la Iglesia. Y según la doctrina social de la Iglesia, las relaciones entre los pueblos no deben consistir en luchar, sino en buscar las oportunidades de un desarrollo común».
El antisemitismo del período de entreguerras «fue un gran error y una distorsión del movimiento nacional», dijo Giertych refiriéndose a la política de discriminación antisemita que se registró entonces en Polonia. «Repito que el gueto de los bancos (así se denominó la segregación llevada a cabo en algunas escuelas y universidades) fue un acontecimiento asqueroso que hipoteca la herencia del movimiento nacional. Yo lo condeno». Según el político de Poznan, «nosotros miramos ahora lo que entonces pasó en Polonia a través del prisma del Holocausto; pero la posición actual de la Iglesia hacia los judíos es distinta de lo era entonces. Por aquel entonces la visita del Papa a una sinagoga hubiera sido impensable».
Ricardo Estarriol