Los países receptores de inmigrantes comparten una preocupación común: la integración de estudiantes extranjeros en el sistema educativo. La OCDE, sobre la base de los resultados del último Programme for International Student Assessment (PISA), ha comparado los resultados académicos de los inmigrantes con los de los nativos.
El informe, titulado «Where Immigrant Students Succeed» (1), analiza la situación en 17 países con una significativa población de alumnos inmigrantes. Tiene en cuenta los resultados en matemáticas, lectura, ciencias y capacidad para resolver problemas por parte de dos grupos de inmigrantes de 15 años: los de primera generación, nacidos fuera del país receptor y de padres extranjeros; y los de segunda, nacidos en el país receptor pero de padres extranjeros. Y los compara con los resultados de los estudiantes nativos, nacidos en el país, con al menos un progenitor nacional.
Los resultados no han sido satisfactorios. En la mitad de los países, más del 25% de los inmigrantes de segunda generación, que han pasado toda su vida escolar en el país receptor, no han adquirido los conocimientos básicos en matemáticas (en el caso de los nativos es un pequeño porcentaje). En Alemania alcanzan el 40%, y en Austria, Bélgica, Dinamarca, Estados Unidos, Noruega y Rusia son alrededor del 30%. Los porcentajes son más altos, como es lógico, entre los de primera generación.
Según el estudio, en casi todos los países los inmigrantes presentan una motivación similar, si no superior, a la de los estudiantes nativos para aprender matemáticas y una muy positiva actitud general hacia la escuela. Influye más, dice el informe, en qué colegios estudian. En la mayoría de los países, al menos el 25% de los inmigrantes de segunda generación van a colegios donde más de la mitad de los alumnos son inmigrantes. En muchos casos, estos colegios ya tenían malos resultados e instalaciones antes de la llegada de estos alumnos.
El idioma, cuando es distinto del país de acogida, es otro factor pero no es decisivo. Por ejemplo, los inmigrantes turcos suelen conseguir malos resultados en muchos países, pero son significativamente peores en Alemania que en Suiza. De manera que el propio sistema educativo también influye. Además, en varios países los resultados de los inmigrantes de segunda generación son igual de malos que los de primera. En cambio, en países como Australia y Canadá, los resultados de los inmigrantes son muy similares a los de los nativos. En algunos países de la OCDE, los alumnos inmigrantes presentan un retraso de conocimientos equivalente a dos cursos académicos.
En estos casos, según el informe, tienen mucho que ver los programas de apoyo lingüístico que se imparten en educación infantil y primaria. Hay que tener en cuenta que los estudiantes que hablan un idioma diferente en casa que en el colegio van desde el 32% en Bélgica hasta el 83% en Luxemburgo o Noruega. La fórmula más exitosa es la de la «inmersión con apoyo lingüístico sistemático», que consiste en asistir a todas las asignaturas de forma regular como los demás alumnos pero recibiendo también unas clases adicionales para mejorar el conocimiento del idioma del país. La otra fórmula, menos frecuente, es la de «inmersión con una fase preparatoria de la lengua de instrucción», en la que el alumno recibe un programa de lengua antes de pasar a las clases regulares.
La mejor noticia del informe es que no hay una relación directa entre el número de inmigrantes de un país y las diferencias académicas con los nativos. Lo cual contradice la creencia de que unos niveles altos de inmigrantes son perjudiciales para la integración. Y la noticia que debería hacer pensar a los países con resultados por debajo de la media de la OCDE en el informe PISA (España, Estados Unidos, Italia; cfr. Aceprensa 157/04) es que también los inmigrantes de segunda generación de los países con buenos resultados (Canadá, Australia, Hong Kong, Holanda) les superan en matemáticas y lectura.
____________________(1) «Where immigrant students succeed -A comparative review of performance and engagement in PISA 2003». OCDE. París (2006). ISBN 91-64-023607.