Roma. Aun a costa de ser malinterpretada por cuantos predican el «multiculturalismo» como valor supremo, la Conferencia Episcopal italiana alertó la semana pasada sobre los riesgos de los matrimonios mixtos entre católicos y musulmanes, un fenómeno que ha crecido en la última década con la inmigración. Los obispos afirman en una nota pastoral que «la experiencia madurada en estos años induce a desaconsejar, o al menos a no alentar, este tipo de matrimonios».
Los obispos subrayan las dificultades que se derivan de «las profundas divergencias culturales y religiosas». Esos problemas se agudizan más todavía si el lugar de residencia elegido tras la boda es un país musulmán y si la parte católica es la mujer.
Según estadísticas oficiales, durante el año 2005 se han celebrado en Italia en torno a 20.000 matrimonios mixtos. En casi la mitad de los casos se trata de una boda entre un italiano y una mujer procedente de la Europa centro-oriental, mientras que los matrimonios entre una parte cristiana y otra musulmana suponen el 10%.
En esos casos, los mayores inconvenientes se presentan cuando el varón es musulmán y la mujer cristiana, que es la combinación más frecuente. Las dificultades dependen de cómo el cónyuge y su familia de origen interpreten la ley coránica, que plantea una neta disparidad jurídica entre el hombre y la mujer, hace del varón el centro del hogar, le permite la poligamia y le concede el derecho a divorciarse. Además, no admite el derecho a la libertad religiosa (por ejemplo, el marido no musulmán que se casa con una musulmana está obligado -al menos, en teoría- a hacer una profesión de fe irrevocable).
En Italia uno de cada trece divorcios se produce entre matrimonios formados por italianos y extranjeros. Los datos sociológicos muestran -según Samir Kalil Samir, sacerdote árabe experto en cuestiones islámicas- que la ruptura de matrimonios entre musulmanes y cristianos es más elevada que entre matrimonios integrados solo por cristianos. Cuando se produce la quiebra de un matrimonio mixto cristiano-musulmán, uno de los problemas más agudos es el de la patria potestad sobre los hijos, que, según la tradición musulmana, corresponde al padre.
Diego Contreras