Canadá: la Iglesia sanciona a dos diputados católicos que votaron a favor del «matrimonio gay»

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El 28 de junio, la Cámara de los Comunes canadiense aprobó, por 158 votos contra 133, el proyecto C-38, que legaliza el matrimonio entre homosexuales. Se espera que la ley se promulgue dentro de esta semana, tras el respaldo definitivo del Senado (1). Entre los diputados que votaron a favor en los Comunes, dos son públicamente conocidos como católicos. Ambos han sido sancionados por sus respectivos obispos.

Uno es Joe Comartin, del Nuevo Partido Democrático (NDP), diputado por la circunscripción de Windsor-Tecumseh (Ontario), que el 28 de junio intervino apasionadamente a favor del proyecto C-38 en el debate parlamentario. Presentándose como «católico devoto», dijo: «Una de mis esperanzas es que algún día mi Iglesia permitirá que las parejas que se preparan para el matrimonio sean no sólo heterosexuales, sino también homosexuales» («National Post», 9-07-2005).

El 6 de julio, el obispo de su diócesis (London) anunció que había decidido prohibirle intervenir en actividades públicas de la Iglesia por haber votado a favor del proyecto C-38. El obispo, Mons. Ronald Fabbro, precisó que la prohibición seguiría en vigor, en toda la diócesis, mientras Comartin no cambiara su actitud contraria a la doctrina católica. Comartin daba cursillos de preparación al matrimonio en una parroquia de Windsor, y por este motivo el obispo consideró necesario hacer pública la prohibición de seguir desempeñando ese cometido, así como de ejercer ministerios laicales (como lector o acólito) en las celebraciones litúrgicas.

El otro diputado católico, Charlie Angus, también del NDP, ha visto cómo su párroco le niega la comunión por haber votado a favor del «matrimonio gay». Tras conocerse la medida, Angus se defendió afirmando que de esa forma la Iglesia católica hacía política con la religión; pero, según un editorial del «National Post» (11-07-2005), «el propio Angus es el único que ha jugado con esa pelota». En junio de 2004, antes de las elecciones, Angus se labró un nombre -asegura el diario- en el norte de Ontario presentándose como católico preocupado por garantizar la calidad de la enseñanza en las escuelas católicas, «lo que presumiblemente implicaba respetar las enseñanzas de la Iglesia, incluida su posición contraria a los matrimonios homosexuales». En diciembre, Angus se mostró cauto al afirmar que una legislación que convirtiera en matrimonios las uniones homosexuales supondría un cambio fundamental para la sociedad, que «había que tener en cuenta asuntos como la adopción» y que «el matrimonio es la única institución que convierte a los extraños en familias».

En enero de 2005, las reservas de Angus habían desaparecido, toda vez que el jefe del NDP, Jack Layton, dictaminó que todos sus diputados debían apoyar el «matrimonio gay» si querían tener futuro en el partido. Cuando la decisión de Angus quedó clara, su párroco le envió una carta privada para advertirle que le negaría la comunión si votaba a favor del proyecto C-38. Angus apeló al obispo de su diócesis, Timmins, Mons. Paul Marchand, y éste dio la razón al párroco.

Fue entonces el propio Angus quien dio publicidad al asunto, recuerda el editorial del «National Post». «Y ahora que tiene que cargar con las consecuencias de haber apoyado la ley, se pinta a sí mismo como una víctima porque le niegan la comunión. Presume incluso de saber más sobre doctrina católica que las autoridades magisteriales de la Iglesia, ya que dice, como justificación para su apoyo a los matrimonios del mismo sexo: ‘Siempre pensé que la fe se basaba en no tener miedo al mundo’. Angus no puede sacar partido político de su condición de católico, y al mismo tiempo oponerse a una enseñanza fundamental de la Iglesia. Angus tomó su decisión sabiendo lo que implicaba. Ahora debe cargar con ello y dejar de pretender que los demás le compadezcamos».

____________________(1) N. de la R.: El 19 de julio, tras el cierre de esta edición, el Senado aprobó el proyecto, y al día siguiente se promulgó la ley.

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