Hoy día en la opinión pública se habla mucho de los posibles beneficios de la experimentación con células madre embrionarias. Pero la realidad actual es que los ensayos terapéuticos que han tenido éxito en la práctica clínica, aunque no sean definitivos, se han hecho con células madre adultas. Para dar a conocer los avances en esta línea ha tenido lugar en la Fundación Areces de Madrid un Simposio Europeo sobre Medicina Regenerativa, organizado por la Asociación Española de Bioética y Ética Médica (AEBI).
La regeneración es un procedimiento por el cual el organismo se «cura a sí mismo» creando células que sustituyen a las perdidas. Esta Medicina Regenerativa se ha convertido en la gran esperanza, a medida que se va conociendo la potencialidad de las células madre.
Hay distintos tipos de células madres: las totipotentes son las células del embrión en sus primeros días, y cada una de ellas es capaz de dar lugar a un nuevo individuo. A partir del cuarto día, el embrión se diferencia en dos capas, y sus células ya no son totipotentes, sino multipotentes: lo que significa que de ellas derivarán muchos tipos de células, pero nunca un individuo. Por último, incluso en el individuo adulto, se siguen creando células capaces de crear otras células por división de sí mismas. Estas células madre adultas están ya más diferenciadas, y en principio sólo pueden crear ciertos tipos de células: por ello se les llama pluripotentes.
Ventajas de las células madre adultas
Las células embrionarias son por el momento incontrolables por dos motivos. En primer lugar, al ser indiferenciadas, hay que saber cómo dirigirlas para obtener el tipo concreto de células que se necesitan en terapias determinadas; pero el conocimiento sobre la diferenciación de las células madre es todavía muy pobre. En segundo lugar, las células embrionarias se multiplican más rápidamente que las adultas y sin control, dando lugar a tumores, rechazados por el organismo como cancerosos por ser células distintas a las del propio individuo.
El problema de la creación de tumores no se ha observado en las células madre adultas. En el simposio de las Fundación Areces, el cirujano cardiólogo Christof Stamm, de la Universidad de Rostok (Alemania), explicó que su grupo ha trasplantado en más de 200 ratones un tipo concreto de célula madre adulta sin que se produjeran tumores en ningún caso; y lo mismo pasó con más de 40 pacientes humanos.
La doctora Catherine Verfaille, directora del Instituto de Terapia Celular de la Universidad de Minnesota (Minneapolis, Estados Unidos), descubridora de las células MAPC (Multipotent Adult Progenitor Cells), asegura que entre el trasplante y la aparición del tumor en células embrionarias transcurren como máximo seis semanas. En cambio, con células madre adultas como MAPC, los experimentos en ratones confirman que no se han producido tumores durante un período superior a dos años, algo que en adultos humanos equivaldría a 80 años. Los mismos resultados obtuvieron los estudios del Instituto Max Planck de Colonia en 2003.
Sin riesgo de tumores
Para el profesor Damián García Olmo, director de la Unidad de Terapia Celular de la Universidad Autónoma de Madrid, «solo podemos tener seguridad con las células madre adultas con que estamos trabajando. No es que unas sean más seguras que otras; es que las embrionarias no se pueden usar porque en seis semanas desarrollan tumores».
El doctor Antonio Bernad, del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC en Cantoblanco, presentó los experimentos con los que se intenta ver si las células madre adultas pueden producir tumores. Los expertos no descartan que, sometidas a estrés o muy manipuladas, puedan también tener algún peligro. «Sin embargo -en palabras del profesor García Olmo- la ventana terapéutica es tan grande que podemos aplicarla con una gran bioseguridad. Nosotros somos clínicos y nos preocupa extraordinariamente la seguridad de nuestros pacientes. Antes de iniciar estudios clínicos hemos trabajado intensamente para saber si estas células son seguras o no. En el Hospital La Paz trabajamos con células madre procedentes de la grasa, y hemos hecho mucha investigación preclínica».
El interés de las embrionarias
El mayor desarrollo de las investigaciones con células madre adultas se reconoce en el hecho de que 19 de los 20 proyectos de medicina regenerativa que financia la Comisión Europea utilizan estas células y sólo uno células embrionarias. ¿Por qué se trabaja entonces con células embrionarias? La respuesta es doble: por un error inicial y porque tienen un valor incuestionable para conocer el proceso de diferenciación de las células madre.
El primer punto fue explicado por Manuel de Santiago, presidente de AEBI: «cuando estas experiencias se iniciaron en Estados Unidos, la industria financió lo que el mundo científico estimaba que podría a corto plazo producir mayor información, mayor rendimiento y agilizar la formación de cultivos que se pudieran utilizar en la terapéutica humana. Trabajar con células madre que no fueran embrionarias parecía en Boston sinónimo de conservador, algo derivado de una mera creencia. Sin embargo, las células madre adultas han ido poco a poco ganando terreno, y acercándose cada vez más al mundo de las aplicaciones clínicas».
Respecto al segundo punto, el Dr. Stamm explicó que «las células madre embrionarias tienen un potencial muy importante, por su capacidad proliferativa y diferenciadora. El objeto de las investigaciones con ellas es inducirlas a producir un cierto tipo de tejido, de forma que cuando estén especializadas no produzcan tumores». Catherine Verfaille aseguró que es posible que dentro de veinte años, cuando conozcamos el proceso de diferenciación de las células madre embrionarias, ya no se recurra a ellas. «Las células madre embrionarias, como son las que tienen capacidad de desarrollarse, son las que pueden facilitar aprender cómo una célula pasa de ser inmadura a adulta, aunque la que necesitamos es la madura», aclaró Verfaille.
César Nombela Cano, del Comité Nacional Asesor de Ética en la Investigación Científica y Tecnológica, explicó que la solución adoptada en España consistió en obligar por ley a que sólo se pudiera experimentar con células madre embrionarias procedentes de embriones congelados que no tuvieran otra alternativa que ser destruidos, y que además los científicos demostraran que no existe un modelo alternativo en animales para llevar a cabo esa investigación.
La postura del Parlamento Europeo
El interés científico por experimentar con células madre ha dado lugar también a un debate ético y político sobre el modo de obtener estas células. Las células madre adultas no plantean ningún obstáculo ético; el problema surge con las células madre embrionarias, cuya obtención exige destruir el embrión de donde proceden. Por eso, la última parte del simposio se dedicó a los aspectos bioéticos y políticos.
Un político que conoce bien este debate es el alemán Peter Liese, presidente del Comité de Bioética del Parlamento Europeo. En su intervención en Madrid, Liese recordó que «el Parlamento Europeo se ha declarado en repetidas ocasiones contra la clonación humana en cualquiera de sus variantes, es decir, tanto contra la clonación reproductiva como contra la así llamada clonación terapéutica o la clonación para la investigación».
A Liese le extraña que en España muchos piensan que el rechazo de la clonación con fines experimentales solo provenga de una convicción «católica». «Me resulta curioso escuchar a mis colegas españoles en el PE que existe una especie de lucha cultural en España, y que todo lo que parece ser conservador y católico se rechaza de plano por el nuevo gobierno». La realidad es que en muchos países europeos y del resto del mundo, personas de todo el espectro político se oponen a utilizar la clonación humana. Como ejemplo, Liese mencionó las reservas del Partido Comunista francés frente a una propuesta de legalización de la llamada clonación terapéutica
El Parlamento Europeo, explicó Liese, está dispuesto a aplicar el principio de precaución, suficiente para prohibir cualquier tipo de clonación humana. El principio también se ha aplicado en el Grupo Europeo de Ética, que en 2000, dictaminó aplicando los principios de precaución y proporcionalidad: «no es suficiente considerar la legitimidad del objetivo, que es evitar el sufrimiento humano, sino que también hay que considerar los medios empleados. El grupo piensa que de momento la creación de embriones por transferencia de células somáticas para investigación sería prematura, ya que existe un amplio campo que queda por hacer con fuentes alternativas de células madre adultas».
Liese citó los experimentos hechos con ratones, donde todos los que fueron tratados con células madre embrionarias desarrollaron cáncer. «Esto no es algo que deba ocultarse, y me sorprende ver que el gobierno español, muy interesado en el principio de precaución para los organismos genéticamente modificados, no encuentre que este tema sea relevante».
Problemas éticos y técnicos
Peter Liese se refirió al Convenio sobre Derechos Humanos y Biomedicina, redactado por el Consejo de Europa, y aprobado en Oviedo en 1997 (cfr. servicio 49/97). «El convenio de Oviedo -dijo Liese- establece claramente que no podemos producir embriones únicamente con fines de investigación, y creo que España, también el nuevo gobierno, debería defender este principio a la hora de debatir la clonación».
La clonación de embriones con fines terapéuticos tropieza no solo con problemas éticos, sino también técnicos, por el elevado número de embriones que habría que crear para obtener el número suficiente de células madre embrionarias. En el supuesto de que se pudieran utilizar con seguridad, «por razones técnicas es difícil obtener células madre de cada embrión y, para tratar a cien mil enfermos de alzheimer o parkinson, harían falta entre medio millón y un millón de embriones. Para crear cada uno de los embriones clónicos hacen falta ovocitos: para la oveja Dolly hicieron falta más de doscientos. Se necesitarían millones de mujeres donantes de ovocitos, y esta donación es un procedimiento arriesgado: las mujeres han de recibir dosis de medicamentos hormonales para sobreestimulación, y hay muchas asociaciones de mujeres que sostienen que se debería prohibir».
Comercialización disfrazada
Evitar la comercialización de ovocitos y embriones es otro de los problemas planteados. La nueva Constitución europea prohíbe esa comercialización, como sucede con los trasplantes: la búsqueda de tejidos y células se ha de llevar a cabo sin ánimo de lucro. Pero, para Liese, los buenos deseos no bastan respecto a los embriones sobrantes. «En Inglaterra los centros de fertilización «in vitro» cobran bastante dinero por mantener los embriones congelados. Por eso algunos centros piden a los padres que den dos embriones para investigación y, a cambio, le conservan gratis otros tres. Es un mecanismo para fabricar embriones sobrantes y no se puede aceptar sin más que se dediquen a investigación bajo el aparente argumento de que si no serán destruidos. Si creamos un mercado para los embriones supernumerarios, creamos la necesidad de disponer de ellos; entonces habrá maneras de obtener más todavía y las mujeres serán tratadas para producir más óvulos».
Liese mencionó también que la fertilización in vitro no exige la creación de embriones supernumerarios. En Portugal y en Alemania la ley solo permite crear exactamente del número de embriones que se vayan a implantar inmediatamente en la mujer. Es cierto que la tasa de éxito en Portugal o Alemania es un poco menor. Pero de todos modos es baja en cualquier caso: «si la tasa es de 25 ó 27%, lo importante no es subir la tasa un punto o dos, sino evitar el problema que tenemos hoy en día con la acumulación de embriones congelados».
Otra posibilidad, practicada en Estados Unidos, es la adopción de embriones. Si un embrión no se va a implantar en el útero de una mujer, es posible ofrecerlo a otra pareja que no tiene la posibilidad de tener hijos propios. Miles de embriones congelados podrían ser adoptados.
Santiago Mata
Avances terapéuticos concretos
En el simposio se presentaron investigaciones que se llevan a cabo en España con células madre adultas, y que empiezan a dar resultados. Entre ellas están las del equipo de Damián García Olmo, del Hospital La Paz, dirigidas a mejorar la cicatrización de la fístula perianal de pacientes con enfermedad de Crohn. Para ello injertan células madre adultas procedentes de la grasa del propio individuo, de forma que se evitan problemas inmunológicos de rechazo, y problemas de seguridad.
También se trata la insuficiencia límbica con células madre limbo-corneales (Javier Moreno Montañés, Universidad de Navarra), la regeneración ósea con células mesenquimales (Luis Orozco Delclós, Barcelona), y son particularmente prometedoras las terapias celulares en la enfermedad de Parkinson (Rosario Luquin, Universidad de Navarra), en la diabetes (Judith López, Hospital Universitario de Canarias) y con el diseño de un neo-páncreas endocrino a partir de células madre de la grasa (Ramón Llull Cerda, Madrid).
En Alemania, la terapia más novedosa con células madre adultas es la que lleva a cabo el Dr. Stamm con células de la sangre para regenerar miocardios infartados. En 2001, el equipo de Stamm comenzó a usar estas células en pacientes con «bypass» coronarios y comprobó que no había efectos secundarios negativos. A partir de 2003, se hizo un estudio diferenciado con 18 pacientes sometidos sólo a «bypass» y otros 18 a los que además se injertó células madre adultas. La mejoría de la función cardiaca fue superior en los pacientes tratados con «bypass» y células. Existen pruebas de que se pueden formar nuevos vasos en el corazón a partir de células madre adultas, pero no de que hayan sido capaces de transformarse en músculo cardíaco.
La terapia celular más conocida es el trasplante de médula ósea, que se practica desde hace medio siglo. En este campo se ha demostrado que lo más pluripotente no es necesariamente lo más útil, después de descubrirse células madre en la sangre periférica, que eran menos pluripotentes que las de la médula ósea. Hoy el 95% de los trasplantes se hacen con células madre de sangre periférica, porque esas células regeneran antes la hematopoyesis, y los pacientes tienen menos problemas de infecciones.
Uno de los pioneros de la medicina regenerativa en España, el doctor Felipe Prósper (Universidad de Navarra) mencionó otras aplicaciones de eficacia aceptada, como el trasplante de condrocitos en las regiones del cartílago (Autologous Chondrocyte Implantation, ACI, tratamiento de la artritis); el trasplante de queratinocitos (injertos de piel); y el tratamiento con melanocitos para el vitiligo.
Aceprensa
Para saber más
Servicios 79/04, 99/02, 86/02: Investigaciones con células madre adultas por el equipo de Catherine Verfaillie.
Servicio 151/02: Células madre: problemas y alternativas (Javier Táuler).
Servicio 71/03: El Comité italiano de Bioética, en contra de la investigación con células madre embrionarias.
Servicio 129/02: No instrumentalizar a los pacientes (Maureen L. Condic).
Servicio 4/02: No hacen falta embriones para investigar la diabetes (Rafael Serrano).
Servicio 4/04: Bernat Soria: No se puede decir si las células madre embrionarias son la mejor opción.