Tras los atentados de principios de agosto contra iglesias cristianas, unos 40.000 cristianos han abandonado Irak, según datos proporcionados por el gobierno provisional iraquí. La mayoría ha emigrado a Siria, donde unas 4.000 familias se han registrado como refugiados, afirman los representantes de la ONU en Damasco.
De los 24 millones de habitantes de Irak, unas 700.000 personas son cristianas. La mayoría pertenece a la iglesia católica caldea, aunque también hay siríacos, católicos armenios, sirios católicos, sirios ortodoxos, incluso seguidores de Juan Bautista. En este éxodo masivo, los cristianos iraquíes prefieren Siria por su bajo coste de vida, su cultura similar a la de Irak y también porque concede fácilmente visados a los ciudadanos de otros países árabes. Pero su vida allí es dura porque tienen que aceptar trabajos penosos.
Los atentados han merecido la condena de personalidades musulmanas y cristianas. Los presidentes del Comité de Enlace Islámico-Católico han publicado un comunicado conjunto sobre la situación de Irak, tras la conmoción suscitada por los atentados.
El profesor Hamid Bin Ahmad Al-Rifaie, presidente del Foro Internacional Islámico para el Diálogo, y el arzobispo Michael L. Fitzgerald, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, afirman en el comunicado: «Estos actos de ciega violencia ofenden el nombre sagrado de Dios y a la auténtica religión. Ponen de manifiesto el gran desconocimiento de la historia y de la cultura de ese país que tanto ha sufrido. Representan una grave amenaza a la convivencia pacífica y al desarrollo de la sociedad iraquí».
Hasta ahora, en los centros de acogida católicos promovidos por Caritas en Damasco, el tipo de refugiados -musulmanes sunitas, chiíes, cristianos o kurdos- era proporcional a su peso en la población total iraquí. Pero actualmente, el 95% de los que llegan son cristianos, de acuerdo con los datos facilitados por el portavoz de Caritas («New York Times», 8-VIII-2004).
«Este éxodo es grave -declara en «Le Monde» (4-VIII-2004) Joseph Yacoub, profesor de Ciencia Política en Lyon-. Las raíces del cristiano iraquí están en las antiguas Asiria y Babilonia. Irak es su tierra. No es un extranjero ni un converso fruto de las misiones jesuitas o protestantes. Es cristiano desde hace dos mil años, desde la evangelización del Apóstol Tomás en Mesopotamia».
Presentes en esa tierra mucho antes de la llegada del Islam, los cristianos han participado en la vida política y cultural del país y han sido un puente entre Oriente y Occidente. Así lo subraya Joseph Yacoub: «Son los cristianos quienes traducen en Irak las obras de Occidente y quienes nos dan a conocer a los occidentales la riqueza de la literatura árabe, cristiana o musulmana. Hoy, estos últimos atentados son una catástrofe para las relaciones entre Oriente y Occidente, entre islam y cristianismo».
Hasta principios del siglo XX, en muchas ciudades como Bagdad, Basora o Mosul, existían amplias comunidades cristianas. Pero las revoluciones socialistas de los militares árabes suníes les obligaron a emigrar, a causa de la nacionalización de sus bienes y propiedades.
A partir de 1991, tras la derrota de Sadam Husein en Kuwait, las campañas de islamización llevadas a cabo por el dictador redujeron cada vez más el papel de los cristianos que quedaban, al tiempo que aumentaron la presencia de suníes y chiíes. Con los atentados de agosto, que provocaron diez muertos y cincuenta heridos, los extremistas islámicos pretenden ahora provocar una guerra religiosa.
Afirma El Hassan bin Zalal príncipe de Jordania y presidente de la Conferencia Mundial Intercultural de la ONU, en un artículo titulado «La matanza de los inocentes» («El País», 6-VIII-2004), que las comunidades cristianas «hasta hoy, han vivido bajo el ala protectora del respeto musulmán hacia el profeta Jesús y la revelación cristiana. Que se recuerde, ningún iraquí ha atacado una iglesia. Si un iraquí tuviera que señalar un marcador definitorio de la «iraquidad», éste sería la resistente y pujante variedad de los credos y las gentes que viven entre el Tigris y el Éufrates».