Kinshasa. Según las estimaciones de expertos, actualmente hay en la República Democrática del Congo más de 200 grupos étnicos, en su mayoría de la etnia bantú. Estas divisiones tribales han sido causa de conflictos políticos en la historia reciente. En cambio, la acción de la Iglesia católica en favor de matrimonios interétnicos favorece una mayor cohesión nacional y la superación de estereotipos.
Durante la colonización belga, los congoleños no podían viajar por el país sin una autorización administrativa, a no ser los trabajadores reclutados forzosamente por las compañías mineras, sobre todo en Katanga. Pero estos movimientos de población llevaron a Katanga y a Kananga muchos hombres de la etnia baluba, que se asentaron y se casaron con mujeres de allí.
Cuando el Congo consiguió su independencia en 1960, estallaron conflictos interétnicos entre los luba y los lulua en Kasai, y entre katangueños y los luba en Katanga, bajo la instigación de políticos autóctonos. Estos conflictos dejaron muchas heridas e hicieron que se rompieran familias mixtas, al tener que regresar el padre o la madre a su provincia de origen.
Cuando el presidente Mobutu tomó el poder en 1965, incluyó en la Constitución el derecho de todos los congoleños a instalarse libremente en cualquier parte del país. En esta misma línea, los políticos nombrados para administrar los territorios eran a menudo originarios de otra provincia. Eso originó que los congoleños de diversas etnias aprendiesen a convivir entre ellos y a superar prejuicios contra otros grupos. Entonces se produjeron muchos matrimonios mixtos, es decir, entre miembros de diferentes etnias y tribus de distintas regiones.
Esta política de integración nacional entró en crisis en Katanga, debido a que en 1992 la Conferencia Nacional eligió a un primer ministro de la tribu luba (Tshisekedi), en detrimento del katangueño Nguz. Hubo millares de muertos y cientos de matrimonios mixtos fueron anulados o disueltos, en especial de quienes pertenecían a la tribu luba, que fueron obligados a volver a Mbuji Mayi.
A pesar de todos estos acontecimientos, en las parroquias católicas se dan numerosos matrimonios mixtos entre jóvenes de provincias diferentes, aunque los políticos autóctonos de estas provincias tengan a veces un discurso xenófobo. En las iglesias que hemos consultado, cuatro de cada diez matrimonios son mixtos, una prueba de que los congoleños pueden superar la esfera étnica o tribal, a la vista de que el amor no tiene fronteras. Sin embargo, esto no significa que el tribalismo y las etnias hayan desparecido del todo en la R.D. del Congo, aunque es un paso hacia la construcción nacional.
Los sacerdotes católicos favorecen estos matrimonios mixtos, pues piensan con razón que es un modo de superar los prejuicios entre las etnias. Es una forma, además, de que los grupos étnicos no se encierren en sí mismos. Los matrimonios en África, y especialmente en el Congo, suelen ser un asunto entre dos familias y no solo una relación personal entre los enamorados. En el trato entre los miembros de las dos familias, caen los prejuicios y unos y otros aprenden a estimarse.
Estas barreras, que tantos conflictos han creado, están cayendo progresivamente gracias a los matrimonios mixtos, alentados por la Iglesia católica, si bien algunos políticos todavía insisten demagógicamente en favorecer políticas tribales.
Philémon Muamba Mumbunda