Tendencias demográficas en la Unión Europea
La UE debate hoy sobre su futuro, y quiere dotarse de una constitución, con vistas a la entrada de diez países el año próximo y dos más en 2007. Los nuevos miembros aportarán unos 103 millones de ciudadanos. ¿Cómo es la población de la UE y cómo será tras la ampliación? Datos recientes de Eurostat (1) permiten esbozar un retrato.
En 2002, la UE tuvo un crecimiento demográfico del 3 por mil con respecto al año anterior, de modo que ahora cuenta 379 millones de habitantes. De los 1,3 millones de personas que la UE ganó el año pasado, solo 300.000 corresponden al crecimiento natural de la población, mientras que el millón restante (más de tres cuartos) se debe al saldo migratorio positivo. Algunos países crecieron solo gracias a los inmigrantes, ya que su crecimiento natural es negativo. En ese caso están Alemania, Italia y Grecia.
Irlanda es el país con crecimiento demográfico más fuerte (15,2 por mil), merced tanto al crecimiento vegetativo como a la inmigración neta. Prescindiendo de Luxemburgo -caso especial, por recibir muchos extranjeros de otros países de la UE-, los siguientes puestos son para Portugal (7,5 por mil) y España (6,7 por mil). En ambos casos, el principal componente es el saldo migratorio, en consonancia con la tendencia general: ambos países son segundo y tercero también en inmigración neta (sin contar Luxemburgo).
Los menores aumentos de población se han dado en Alemania (1,2 por mil) e Italia (1,4 por mil).
Una Europa de pocas cunas
En veinte años, la UE ha registrado una fuerte reducción de cunas. El crecimiento vegetativo ha pasado de 2,5 por mil en 1980 a 0,8 por mil en 2002. En el mismo periodo, la natalidad ha descendido del 13 al 10,6 por mil.
En parte, la bajada de la natalidad era inevitable. Las mujeres de la generación del baby boom están llegando al final de su vida fértil, y son sustituidas por generaciones sensiblemente más pequeñas. Pero a esto se añade una drástica caída de la fecundidad, que refuerza la tendencia a la escasez de nacimientos.
En 1960 las mujeres de los quince países que hoy integran la UE tenían una media de 2,75 hijos. En 1975, la fecundidad había bajado hasta 1,96, y desde entonces ha seguido la misma tendencia hasta quedar en menos de 1,5, tasa que apenas varía desde 2000. Así pues, la UE lleva más de 25 años por debajo del nivel de reemplazo de generaciones (2,1 hijos por mujer). Ya no hay un solo país que supere el umbral, ni siquiera Irlanda. Esto anuncia que el envejecimiento de la población seguirá progresando, aunque quizá a menor ritmo, salvo aporte extraordinario de inmigrantes.
El descenso de la fecundidad comenzó en los países del norte. Pero los del sur, que se sumaron a la tendencia más tarde, han acabado más abajo que los otros. Las tasas mínimas se registran ahora en España, Grecia e Italia. En cambio, en algunos países del norte (Finlandia, Holanda, Dinamarca) ha habido ligeros repuntes. Este cambio de tendencia parece extenderse; al menos, el año pasado subieron también los índices de Irlanda, Suecia y Alemania.
Una explicación probable de la reciente evolución de los países que iniciaron antes el descenso es que ha llegado al tope el retraso de la maternidad, que es un factor importante en la bajada de la fecundidad. Otra causa puede ser la mayor fecundidad de las inmigrantes. En Italia y España, donde la fecundidad subió una centésima en 2002, se empieza a notar la contribución de las madres extranjeras (para el caso de España, ver servicio 95/03).
Principio y fin del matrimonio
La nupcialidad también baja. Estaba en 6,3 matrimonios por mil habitantes en 1980, y se ha reducido a 4,8 por mil en 2002. El descenso ha sido muy acusado en Bélgica, mientras en Dinamarca -única excepción de la UE- ha sucedido lo contrario.
Los divorcios siguen la tendencia opuesta, aunque a menor velocidad. En esto no ha habido una sola excepción, y Bélgica figura en cabeza. Pero el aumento más drástico ha sido el de Portugal. Exceptuado este caso, se vuelve a apreciar el contraste entre norte y sur, con divorcialidad alta allá y baja acá.
A la vez hay un notable incremento de las uniones de hecho. Pero el norte y el sur no se encuentran en el mismo caso. Si la media de parejas de hecho estimada para la UE es del 8% (hasta el 33% entre los menores de 30 años), en los países del norte los índices oscilan entre el 13% y el 23%, y en los del sur, entre el 1% y el 5%.
Esos números son simples estimaciones; en cambio, los hijos nacidos de parejas no casadas se pueden contar. Ha habido un incremento muy fuerte, pero el índice total de la UE se compone de situaciones muy diferentes, desde el 4,3% de Grecia al 55,5% de Suecia. Naturalmente, en esto se repite la divisoria norte-sur.
Los hogares están menos poblados: de 2,6 personas por término medio en 1991 han pasado a 2,4 diez años más tarde. El máximo (3 personas) se da en Irlanda, por la fecundidad más elevada, y en España, más bien por la tardía emancipación de los hijos. Los adultos que viven solos son el 11% de la población de la UE, ratio que no ha variado en los últimos años. En este caso, el máximo está en Francia y Dinamarca, y el mínimo, en España y Portugal. Los padres o madres con hijos y sin pareja son más numerosos en Gran Bretaña que en cualquier otro país (6%, el doble de la media comunitaria), y menos que en el resto de la UE en España y Grecia (1%).
Fecundidad extramatrimonial
Todos estos números cobran mayor significado si se comparan con otros o entre sí. La población de la UE crece mucho menos que la de Estados Unidos (9,2 por mil) o la de otros países de la OCDE (9,7 por mil). El saldo migratorio también es muy inferior al norteamericano (3,6 por mil) y al de otros socios de la OCDE (5,3 por mil). Las diferencias de fecundidad son menores: EE.UU. 2,06, resto de la OCDE 1,68. En cambio, la UE tiene índices más elevados que Japón.
Por otro lado, observar qué países están en la zona alta o en la zona baja de cada tasa aporta indicios reveladores. El fenómeno más llamativo es que tener hijos no va parejo con casarse. En general, los países de mayor fecundidad (en el norte) son los que registran más hijos extramatrimoniales. A la inversa, los menos fecundos (los del sur) son aquellos donde es menos frecuente tener hijos fuera del matrimonio. Además, fecundidad y nupcialidad son paralelas en pocos países: son ambas altas solo en Holanda y Dinamarca, y bajas solo en Alemania y Austria. Y la coincidencia entre muchos hijos extramatrimoniales y pocas bodas solo es clara en Francia y en Suecia, por paradójico que parezca; en el caso opuesto aparecen únicamente España y Portugal.
Trabajo y maternidad
Una consecuencia del escaso vigor demográfico de la UE es el envejecimiento. La proporción de mayores de 65 años ha subido del 14,5% al 16,3% en la pasada década. Esto hace temer por el futuro de las pensiones, que consumen el 12,5% del PIB (2000) y vienen creciendo a un 2% anual.
Ahora la UE tiene 2,6 trabajadores por pensionista, y se prevé que en treinta años la proporción baje hasta 3 a 2. No hay mucho margen para que aumente el numerador. Aunque el paro se redujese a cero, la ratio solo subiría a 2,8 por 1. Para que al menos hubiera cuatro cotizantes por retirado, haría falta que trabajasen todas las personas de 15-64 años, cosa imposible. De modo que, como sentencia The Economist (27-IX-2003) en un editorial sobre la necesidad de reformar los sistemas de pensiones, los europeos no tienen más remedio que «trabajar más años y tener más hijos». Que en la UE el retiro llega demasiado pronto lo indica que solo trabajan el 39,8% de la población de 55-64 años, lo cual es incluso menos que la tasa de actividad de la población de 15-24 años (40,5%). Pero retrasar la jubilación no bastará si la pirámide de población no se ensancha por la base. Y tener más hijos depende de otros factores.
¿El problema está en la actividad laboral de las mujeres? Podría parecer que el trabajo fuera del hogar es un obstáculo para la maternidad, pero las cifras no lo confirman. En general, los países de menor fecundidad son también los de menor tasa de actividad femenina. Lo contrario -mayor fecundidad y más mujeres empleadas- no es tan claro, salvo en Dinamarca y Holanda. Parece que las facilidades para compaginar profesión y familia influyen más que el hecho de trabajar fuera. Pero no hay un modo único de lograrlo. Holanda se distingue por la mayor tasa de empleo femenino a tiempo parcial de toda la UE: 72,8%. En cambio, Dinamarca (31,4%) está por debajo de la media (33,5%). La política danesa se apoya más en la flexibilidad de la carrera profesional. En cuanto a la influencia de las dificultades para conciliar hogar y empleo, es ilustrativo el caso de España (ver pág. 4).
También habría que contar la influencia de la actitud de la gente, pero eso no entra en las estadísticas.
Los candidatos
Así es la UE, envejecida y poco fecunda, de hoy. Próximamente ingresarán doce países más, de los que Eurostat también proporciona datos. ¿Qué aportarán al club desde el punto de vista demográfico?
En general, los candidatos están peor que los ya miembros. Su evolución en los últimos diez años no permite esperar que cambien las tendencias de la UE, pues en la mayoría de ellos los índices demográficos se han deteriorado. Son, con las excepciones de Malta y Chipre, países que han experimentado una fuerte emigración y una difícil adaptación a la economía de mercado. La fecundidad ha caído mucho y la esperanza de vida se ha reducido en varios casos. Desde 1990, estos países han perdido 1,9 millones de habitantes, el 1,8 % de su población. Actualmente, la población total de los doce candidatos está en el mismo nivel que en 1984 (104 millones), y hay una tendencia a la baja en el crecimiento demográfico. La entrada de los diez primeros el año que viene (Bulgaria y Rumania ingresarán en 2007) supondrá para la UE un 22,6% más de habitantes, con lo que alcanzará 464,8 millones.
Entre los candidatos, fuera de Chipre y Malta, Eslovenia es el único país cuya población crece, pero solo gracias a la inmigración. Por el contrario, Letonia y Bulgaria registran fuertes descensos. En todos los candidatos centroeuropeos hay más muertes que nacimientos.
La fecundidad de los candidatos de Europa central está por debajo de la media de la UE, con los mínimos en la República Checa y Eslovaquia. Chipre y Malta, en cambio, están por encima de la UE.
En cuanto a matrimonios y divorcios, los candidatos presentan una tendencia similar a la de la UE. Cinco países tienen tasas de nupcialidad superiores a la media de la Unión. Destacan, entre los centroeuropeos, Rumania y la República Checa. Pero este último país registra una divorcialidad más alta que cualquier otro candidato o miembro de la UE. Lituania y Estonia le siguen de cerca. Eslovenia, Polonia y Rumania tienen pocos divorcios.
En suma, Malta y Chipre son excepcionales, por sus altos crecimiento vegetativo y saldo migratorio. Los países bálticos presentan tasas de las peores en casi todos los conceptos. Los candidatos centroeuropeos que reciben más inmigrantes (República Checa, Eslovenia, Hungría) tienen menos puntos negros en los otros índices. En conjunto, los nuevos miembros reforzarán la tendencia al envejecimiento demográfico de la UE. Llamar a Europa «el Viejo Continente» ya no es una mera forma de hablar.
Alejandro Huerta____________________(1) Eurostat Yearbook 2003; First results of the demographic data collection for 2002 in Europe (Statistics in focus, Theme 3 – 20/2003); Enquête sur les forces de travail. Principaux résultats 2002 (Statistics en bref, Thème 3 – 15/2003).