Colonia. El gobierno alemán ha presentado el proyecto de nueva ley de nacionalidad, que será debatido próximamente por los Länder. La reforma pretende facilitar la naturalización de los residentes extranjeros (cerca del 10% de la población), que ahora tienen prácticamente cerrado el acceso a la ciudadanía alemana. Según la comisión redactora del proyecto, se trata sólo de una primera serie de medidas, a la que seguirá una reestructuración más profunda de la ley de nacionalización.
El proyecto abre las puertas a un nuevo concepto de ciudadanía alemana, que la ley vigente reconoce a aquellos cuyos padres son alemanes. El derecho de sangre, que desde 1913 ha sido prácticamente el único motivo para conseguir la nacionalidad, se completará con el derecho de suelo, según el cual se considerará alemanes a quienes hayan nacido en Alemania. Esto permitirá que adquieran la nacionalidad los descendientes de los más de 7,3 millones de extranjeros residentes en el país.
La reforma adopta la fórmula acordada entre socialdemócratas y ecologistas, los partidos que forman la coalición de gobierno (ver servicio 149/98). Los nacidos en Alemania de padres extranjeros recibirán automáticamente la nacionalidad, siempre que uno de los padres haya llegado al país antes de cumplir 14 años y posea permiso de residencia. El proyecto también recorta los plazos exigidos para la naturalización de los residentes nacidos fuera de Alemania: ocho años, o cinco para los que llegaron al país siendo menores de edad. A los casados con ciudadanos alemanes se exigirá tres años de residencia y dos de matrimonio.
Habrá algunas restricciones. No se concederá la nacionalidad a los extranjeros que hayan cometido delitos castigados con penas superiores a nueve meses de prisión, o hayan sido sancionados con multas por un importe total determinado. También será denegada la nacionalización cuando exista algún motivo de deportación, o se sospeche que el solicitante es partidario de ideas o asociaciones que amenacen el sistema democrático. Además, habrá que tener buen conocimiento del idioma alemán y autosuficiencia económica. Esto último excluye a los que reciben subsidios estatales o el seguro de desempleo. En cualquier caso, el candidato tendrá que presentar una declaración escrita de lealtad a la Constitución.
El proyecto admite también la doble nacionalidad, a fin de facilitar la integración de los extranjeros que, pese a llevar decenios viviendo en Alemania, rehúsan abandonar su nacionalidad de origen.
Este último punto ha provocado la reacción contraria de la oposición. Wolfgang Schäuble, el sucesor de Helmut Kohl al frente de la Unión Democristiana (CDU), ha advertido que la concesión generalizada de la doble nacionalidad «no ayudaría a promover la integración de los ciudadanos extranjeros, sino que la dificultaría».
Con objeto de paralizar la reforma, la CDU, junto con su partido hermano de Baviera, la CSU, ha iniciado una campaña de recogida de firmas para incoar un recurso ante al Tribunal Constitucional. La campaña, que ha contado con numerosas críticas también dentro del partido, consiguió en el primer fin de semana más de 55.000 firmas en Hessen y Berlín.
Si se aprueba la nueva ley, 4,2 millones de extranjeros, principalmente procedentes de Turquía y de la antigua Yugoslavia, recibirán automáticamente el derecho a la nacionalidad alemana. Según Schäuble, permitirles la doble nacionalidad provocaría una nueva ola migratoria, sobre todo por las relaciones familiares. El Consejo de Ciudades calcula que por este motivo podrían entrar en Alemania cerca de 600.000 personas.
En cambio, para los socialdemócratas no hay inconvenientes en la doble nacionalidad. Señalan que en las últimas décadas muchos hijos de matrimonios mixtos la han adoptado, sin que ello haya ocasionado problemas. Las únicas dificultades podrían darse a la hora de cumplir el servicio militar o al solicitar ayuda diplomática de Alemania en el país de origen, ya que el interesado no podría ser tratado como si no tuviera la nacionalidad del segundo país.
Uno de los beneficios más importantes que supone la naturalización es el derecho a votar y a presentarse a las elecciones en Alemania. Las leyes electorales alemanas permiten a los extranjeros nacionalizados fundar partidos que representen los intereses de las minorías étnicas residentes en el país. Tales partidos cuentan además con ciertas ventajas: entre otras, no necesitan obtener el mínimo del 5% de votos para formar un grupo parlamentario. Esto permitiría, por ejemplo, que hubiera un partido turco en el Bundestag.
En cualquier caso, está claro que la reforma produciría importantes cambios en la sociedad alemana. Tal vez esto vaya en detrimento de la cultura y de la unidad étnica de Alemania; pero no hay que olvidar los derechos de los millones de extranjeros que residen permanentemente en el país y que aportan su trabajo y sus impuestos. El resultado será, como señala Le Monde (15-I-99), que «habrá unos pocos alemanes más y Alemania será un poco menos germánica». Vicente Poveda.