Hay amenazas contra el medio ambiente de las que se habla mucho y catástrofes reales que reciben poca atención. Así ha ocurrido recientemente en Mongolia. Todos las primaveras arden este país miles de hectáreas de bosques y praderas. Este año los incendios han sido los más dañinos desde 1978, cuando se empezaron a compilar datos. Se han quemado más de 9 millones de hectáreas de bosques y tierras de pasto, una extensión tan vasta como Portugal. Faltan personas y equipos adecuados para combatir el fuego.
Después de tres meses y medio de continuos incendios avivados por el viento, lo peor ya ha pasado. A estas alturas las autoridades calculan que se ha quemado un quinto de los bosques de coníferas de Mongolia.
Aunque este país es más extenso que España, Francia y Alemania juntas, sólo cuenta con 2,3 millones de habitantes. La escasa población, las malas comunicaciones y la equipación anticuada de los agentes forestales resultan los principales aliados del fuego.
En 1978 ardieron 972.000 hectáreas de bosque. Pero ningún año se ha quemado tanto como éste: 3,5 millones de hectáreas de bosques y 5,8 millones de hectáreas de praderas. En los incendios han muerto 26 personas, y 800 pastores nómadas han resultado heridos o han perdido sus refugios.
El gobierno de Ulan Bator estima que las pérdidas económicas por los incendios recientes ascienden a 1.900 millones de dólares, el equivalente del PIB de dos años. Aunque algunos expertos extranjeros citados por International Herald Tribune (10-VI-96) consideran prematuros los cálculos, reconocen que, tras una catástrofe de esta magnitud, no va a ser fácil que los pastores mantengan con vida a 30 millones de cabezas de ganado. Pues, si bien la mayoría de los pastos se regenerarán este año, todavía tendrá que llover durante semanas.