Lagos. Juan Pablo II viajará a Nigeria del 21 al 23 de marzo, para beatificar a Michael Iwene Tansi, el primer nigeriano que es elevado a los altares. La visita ha despertado expectación en todo el país, y no sólo entre los católicos.
El día 22 será la beatificación de dom Tansi (1903-1964), monje cisterciense, fallecido en Inglaterra, donde tomó el hábito religioso y pasó los últimos catorce años de su vida. Antes había sido párroco en tres iglesias de su región natal. La ceremonia de beatificación tendrá lugar en Oba, cerca de Onitsha, sede de la archidiócesis y corazón del catolicismo ibo. Al día siguiente, Juan Pablo II celebrará una misa en Abuja, la capital, y regresará a Roma. Se espera que más de dos millones de personas asistan a los actos con el Papa.
La previsión no es exagerada, ya que la joven Iglesia católica nigeriana se distingue por ser vibrante. La asistencia a la misa dominical es elevada, aunque hay también muchos católicos que no practican. En las zonas de mayoría ibo -la tribu con mayor proporción de católicos- es corriente ver pequeños grupos de personas, que no se conocen, detenerse a las doce de la mañana para recitar el Angelus. Incluso en Benin, en el suroeste, ciudad aún muy pagana, una emisora de radio emite el Angelus a diario.
El fervor no siempre va acompañado de buena formación doctrinal. La religiosidad popular está mezclada con supersticiones. En algunas zonas sólo hay un sacerdote nativo por 45.000 fieles, aunque en otras la proporción es de uno por 3.000.
Además, en muchos casos el entusiasmo religioso no se traduce en un incremento de católicos. En los últimos años se registra una notable proliferación de iglesias, comunidades o simples lugares de oración protestantes, nacidos en torno a predicadores fogosos pero de credo un tanto vago. Hace poco, un muestreo realizado en Ibadán contó unas mil de estas iglesias en un radio de diez kilómetros.
Pero todos, católicos o no, esperan al Papa. Hace unas semanas, varios grupos protestantes se quejaron de que los católicos les habían dejado al margen en los preparativos de la visita papal. Querían hacer su propia aportación, pues -decían- el Papa viene para ver a todos. Un representante de la comunión anglicana dijo que «en asuntos como éste, es necesario que los cristianos aúnen fuerzas».
También los musulmanes esperan al Papa. El secretario general del Consejo Supremo para Asuntos Islámicos ha declarado acerca de la visita de Juan Pablo II: «Es un personaje mundial, y le damos la bienvenida. Ha mostrado su preocupación por los problemas de todo el mundo. No creo que su visita tenga ningún efecto negativo en las creencias de los musulmanes».
Por su parte, el gobierno ha mostrado mucho interés en el viaje del Papa. Tal vez espera que contribuya a lavar la imagen del régimen, dañada por acusaciones de corrupción. En cambio, otros ven en la visita una oportunidad de castigar al gobierno militar. Ahora está en curso un proceso en un tribunal militar contra varios oficiales acusados de tramar un golpe para derribar al gobierno del general Sani Abacha. El caso es que nadie cree que hubiera conspiración, y el juicio se considera un montaje para deshacerse de unos cuantos oficiales incómodos. Muchos esperan que el Papa interceda por la vida de los acusados.
Eugene Agboifo Ohu