Tendencias de las migraciones internacionales
La persistencia de los desequilibrios demográficos y económicos entre el Norte y el Sur, así como los cambios políticos en Europa central y oriental, han acelerado los movimientos migratorios desde 1990. Los países industrializados -los de la zona de la OCDE- intentan canalizar y frenar el creciente flujo de inmigrantes, que buscan mejores oportunidades de vida. Resumimos un artículo (1) de Jean-Pierre Garson, economista de la OCDE, que sintetiza un estudio publicado recientemente por dicha organización sobre las tendencias de las migraciones internacionales (2).
Tres tendencias caracterizan a los movimientos migratorios internacionales desde 1990: un crecimiento acelerado, su alcance mundial y, a la vez, la persistencia de movimientos migratorios entre países de la misma región.
El crecimiento acelerado concierne tanto a los emigrantes permanentes como a los demandantes de asilo y refugiados. En 1990, las entradas de emigrantes permanentes aumentan mucho en Estados Unidos y, en menor medida, en Canadá, mientras que disminuyen en Australia. La nueva ley sobre inmigración en Estados Unidos prevé que el número de visados concedidos durante el periodo 1992-1994 subirá a 714.000 anuales, frente a 534.000 hasta entonces.
En Europa central y oriental, la existencia de minorías étnicas unidas por sus orígenes a otros países de la OCDE, se traduce en flujos importantes de emigrantes que piden una nueva ciudadanía, sobre todo en Alemania (polacos, soviéticos, húngaros, rumanos), pero también en Turquía (búlgaros). Además, la guerra del Golfo y el conflicto yugoslavo han provocado un aumento no desdeñable de las peticiones de asilo en estos dos países.
Las entradas de inmigrantes por motivos de trabajo y por reagrupación familiar predominan en la mayoría de los otros países de la OCDE y superan en número a los demandantes de asilo, excepto en Suecia. La mayoría de los países de la OCDE considera que, tras los cambios políticos ocurridos en Europa central y oriental, ya no está justificado conceder el estatuto de refugiado a los provenientes de esa zona. Sin embargo, el flujo de verdaderos demandantes de asilo podría aumentar a causa de los conflictos étnicos que resurgen allí.
En todos los continentes
Al igual que ocurre con la producción y los intercambios de bienes y servicios, también tiene lugar una mundialización del fenómeno migratorio. En distintos grados, todos los continentes resultan afectados.
En África, los numerosos conflictos étnicos y políticos alimentan el flujo de los demandantes de asilo. África es el continente con mayor número de refugiados, sobre todo de Etiopía, Sudán y Somalia.
En Asia, Japón, Australia, Indonesia, Singapur y Malasia atraen trabajadores, a menudo temporales, originarios principalmente de la India, Sri Lanka, Pakistán, Bangladesh, Tailandia, Filipinas y China. El continente asiático es también una zona de emigración hacia los países del Golfo, esencialmente Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos.
El alcance mundial de los fenómenos migratorios no es incompatible con la persistencia de migraciones entre países vecinos o que comparten tradiciones históricas y culturales. Este fenómeno se ve favorecido por los acuerdos de integración económica. Así ocurre con la libre circulación de trabajadores entre los países de la Comunidad Europea, que está ya en vigor, y la que puede establecerse progresivamente en la gran zona de librecambio del Espacio Económico Europeo. Otros acuerdos semejantes provocarán también movimientos migratorios internos, como el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México.
Un trasvase de población
Durante la década de los 80, la inmigración ha tenido un papel importante en el aumento de la población total en varios países de la OCDE. El saldo neto de las migraciones ha sido superior o igual al del crecimiento natural de la población en países como Austria, Alemania, Italia, Luxemburgo, Suecia y Suiza. En otro grupo de países -Australia, Canadá, Grecia, Holanda, Noruega y Estados Unidos-, el saldo migratorio representa un factor importante del aumento de la población total, pero sin superar el crecimiento natural.
En la mayoría de los países europeos de la OCDE la población extranjera ha aumentado en los últimos diez años. En los casos de Austria, Suecia, Suiza y Alemania, los flujos migratorios han sufrido una clara aceleración a partir de 1988.
Entre 1980 y 1990, el número de extranjeros residentes ha aumentado en 800.000 personas en Alemania, en 500.000 en Italia, y en 200.000 en Gran Bretaña, Suiza y Holanda. A la hora de establecer comparaciones, hay que tener en cuenta que los extranjeros pueden obtener más fácilmente la ciudadanía en países como Francia y Bélgica que en Alemania. Así, los efectivos de la población extranjera disminuyen más rápidamente en estos dos países que en Alemania.
La parte de los «nacidos en el extranjero» es bastante estable en Canadá, alrededor de un 16%, y en Australia, un 21%. En Estados Unidos, entre los censos de 1980 y 1990, este porcentaje ha pasado del 6,2% al 8,3%. Pero cerca de un tercio del crecimiento de la población estadounidense en ese periodo proviene de la inmigración, sobre todo hispánica y asiática.
Situación del empleo
Los años 80 han estado marcados por un crecimiento del número de trabajadores extranjeros en los países de la OCDE. Los aumentos más importantes han tenido lugar en Luxemburgo (47%), Suiza (33%), Austria (32%) y Gran Bretaña (32%). En Alemania, el número de trabajadores extranjeros en 1990 es ligeramente inferior al de 1980. En Austria, Alemania, Holanda y Suecia su crecimiento es menos importante que el de la población extranjera total. Esto indica el mayor peso que tienen en la inmigración las entradas por reagrupación familiar y por peticiones de asilo, así como el crecimiento endógeno de las poblaciones extranjeras.
Canadá y Australia se distinguen de los otros países de la OCDE por la parte más importante que suponen los extranjeros en la población total y, todavía más, en la población activa. En Australia, representan un 26% de la población trabajadora, porcentaje que se mantiene bastante estable. Canadá prevé que en los años 90 la inmigración contribuirá a la mitad del aumento de la población activa.
En cuanto a la situación del empleo, la mano de obra extranjera recién llegada se caracteriza por una mayor flexibilidad y movilidad que los otros trabajadores, pero también ocupa empleos más precarios. En el paro de los extranjeros influyen, además de la coyuntura económica, su nivel de cualificación, su conocimiento de la lengua del país y su edad.
Políticas migratorias
El aumento de las peticiones de asilo y la persistencia de la inmigración clandestina han impulsado a varios países de la OCDE a restringir las concesiones de asilo y a coordinar sus políticas en este terreno.
Una primera serie de medidas va dirigida a acelerar el proceso de examen de las peticiones de asilo, para evitar la permanencia indefinida de una población extranjera que no tiene resuelta su situación legal. Otro aspecto de las políticas migratorias es la lucha contra la inmigración clandestina y el empleo de extranjeros en situación irregular. La tendencia general es reforzar los controles de los extranjeros en las fronteras y en el territorio. Al mismo tiempo se procura una coordinación entre gobiernos en cuanto al procedimiento de tratar las solicitudes de asilo y a la exigencia de visados.
Otras medidas han supuesto la regularización de inmigrantes ya instalados durante algún tiempo en el país, pero que no tenían permiso de residencia. España decidió en 1991 una iniciativa de este tipo, que supuso la regularización de 104.000 inmigrantes.
Junto al control de los flujos migratorios, otras medidas conciernen a la inserción de los inmigrantes que desean instalarse permanentemente en el país de acogida. Los objetivos principales en este caso son mejorar sus condiciones de vida y de vivienda, la formación profesional, el perfeccionamiento en la lengua del país y la escolarización de sus hijos.
_________________________(1) Cfr. LObservateur de lOCDE (VI-VII, 1992).(2) Tendances des migrations internationales. OCDE. París (1992). 164 págs. 190 FF.