La campaña lanzada por el lobby abortista norteamericano Catholics for a Free Choice (CFFC) para expulsar a la Santa Sede de la ONU está dando resultados inesperados. En el Senado y en la Cámara de Representantes de Estados Unidos se han aprobado resoluciones de apoyo a la Santa Sede. También como reacción, en menos de dos meses unas mil entidades de todo el mundo han firmado una declaración a favor de la presencia de la Santa Sede en la ONU, mientras que CFFC necesitó un año para reunir el apoyo de 350.
En un artículo publicado en The Catholic World Report (abril 2000), Austin Rose analiza los métodos y objetivos del intento de CFFC. La Santa Sede tiene el estatuto de observador permanente en la ONU como Estado no miembro desde 1964, en virtud del acuerdo firmado bajo los mandatos del entonces secretario general de la ONU, U Thant, y el Papa Pablo VI (ver servicio 84/99). Según Rose, la Santa Sede solo podría perder su estatuto si el secretario general de la ONU decide romper el acuerdo. Sin embargo, aunque perdiera su estatuto, la Santa Sede podría seguir participando en las reuniones. La ONU invita a estas citas a todos los Estados, «y la Santa Sede es reconocida como Estado por 177 países», señala Rose.
Frente a esto, CFFC mantiene que el Vaticano no es realmente un Estado. «CFFC, sin embargo, no ha hecho campaña contra Palestina, otro observador permanente, aunque técnicamente este país no tiene hoy territorio ni habitantes», destaca Rose.
Para Rose, lo que realmente molesta a CFFC es que el Vaticano, en colaboración con países latinoamericanos y de Oriente Medio, ha paralizado iniciativas en relación con el control de población presentado como «derechos reproductivos». Además, la Santa Sede es muy independiente. En algunos países, como ha sucedido recientemente con Nicaragua, han perdido ayuda económica de la ONU que estaba condicionada a la implantación de políticas de control de natalidad. «Como la Santa Sede ni da ni recibe este tipo de ayuda, no puede ser presionada por esta vía. Por ello, la única alternativa para los oponentes del Vaticano es intentar expulsarlo de la ONU», dice Rose.
No obstante, Rose indica que la expulsión de la ONU no es el verdadero objetivo de la coalición CFFC-IPPF (International Planned Parenthood Federation, una de las máximas impulsoras del control de la natalidad en el mundo). «Lo que quieren conseguir es inhibir a la delegación vaticana y asustar a sus aliados», dice.
Según Rose, «a la prensa parece no importarle que CFFC no tenga miembros, o que la organización haya sido explícitamente condenada por los obispos católicos en Estados Unidos y en otros lugares, o que CFFC sea realmente un pretexto de IPPF». Para Austin Rose, «los promotores del aborto saben desde hace tiempo que su primer oponente es la Iglesia católica». Por eso, grupos pro-aborto -incluidos algunos departamentos de la ONU- utilizan CFFC para desprestigiar a la Iglesia».
Por ahora, les ha salido el tiro por la culata. Una campaña de apoyo a la permanencia de la Santa Sede en la ONU, anunciada el pasado 15 de marzo, ha logrado ya la adhesión de más de mil entidades de todo el mundo, entre ellas no solo organizaciones católicas, sino también grupos musulmanes, mormones y evangélicos. Asimismo, Rose califica de «históricas» las sendas resoluciones de apoyo a la Santa Sede aprobadas por la Cámara de Representantes y el Senado de Estados Unidos.
CFFC no es una organización católica
Por otra parte, el pasado 16 de mayo los obispos de Estados Unidos hicieron público un comunicado en el que volvían a desautorizar a CFFC. Allí se lee: «En numerosas ocasiones, la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de Estados Unidos ha declarado públicamente que CFFC no es una organización católica, no habla en nombre de la Iglesia católica y de hecho fomenta posiciones contrarias a la enseñanza de la Iglesia». Los obispos añaden que «Catholics For a Free Choice es, en la práctica, una arma del lobby abortista en Estados Unidos y en todo el mundo. Es un grupo que se dedica al apoyo del aborto. Está financiado por una serie de fundaciones privadas, ricas y poderosas, en su mayor parte norteamericanas, para promover el aborto como método de control de la población. Esta postura es contraria a la política actual de las Naciones Unidas y a las leyes y políticas de la mayoría de las naciones del mundo».
La nota añade: «Como hemos declarado durante muchos años los obispos católicos de Estados Unidos, la utilización del nombre católico como plataforma para apoyar la supresión de vidas humanas inocentes y ridiculizar a la Iglesia ofende no solo a los católicos, sino a cuantos esperan honradez y franqueza en las afirmaciones públicas».
En conclusión, los obispos afirman, citando una declaración anterior: «Debido a su oposición a los derechos humanos de algunos de los miembros más indefensos de la especie humana, y porque sus fines y actividades contradicen deliberadamente las enseñanzas esenciales de la fe católica (…) Catholics for a Free Choice no es digna de ser reconocida ni respaldada como organización católica».