Desde hace algunos meses, los lores británicos y el gobierno laborista mantienen un pulso a propósito del tratamiento de la homosexualidad en la escuela. Los laboristas quieren anular una disposición introducida en la etapa de Margaret Thatcher que establece que las autoridades locales «no promoverán en ninguna escuela estatal la enseñanza de que la homosexualidad es aceptable como relación familiar». Para vencer las resistencias, el gobierno Blair ofrece en contrapartida una disposición según la cual en las clases de educación sexual se enseñaría a los escolares el valor del matrimonio y de las relaciones estables. Pero la Cámara de los Lores ya ha rechazado por dos veces el proyecto, la segunda, el 23 de marzo, por 190 votos contra 175.
Los lores creen que poner al mismo nivel el matrimonio y las «relaciones estables» puede ser una puerta falsa para la promoción de la homosexualidad en las aulas.
El origen de los nuevos criterios sobre educación sexual no fue tanto la preocupación por la tasa de embarazos en adolescentes en el país -90.000 al año-, ni por la salud sexual de los jóvenes -que es la peor de Europa (ver servicio 79/99)-, como la intención del gobierno de anular la «Cláusula 28», una disposición de 1987 que prohíbe favorecer en las escuelas la homosexualidad.
El debate empezó a salir en la prensa y los laboristas comprobaron que la Cláusula tenía un fuerte respaldo social. Entonces, varios diputados laboristas solicitaron libertad de voto, pues consideraban que la enmienda era contraria a su «visión cristiana del matrimonio y la familia como fundamento de la sociedad», según afirmó el diputado Stuart Bell. Otros laboristas replicaron que la abolición de la Cláusula formaba parte de una Government Bill, sujeta a la disciplina de voto.
Los conservadores, en cambio, anunciaron que no darían libertad de voto, pues, según Hague, líder de la oposición, «una cosa es respetar las decisiones personales en materia sexual y otra promover la homosexualidad con fondos públicos».
Este tipo de leyes se debaten hasta tres veces en las dos Cámaras. En la segunda votación, el 7 de febrero, los lores decidieron mantener la «Clásula 28» por 210 votos contra 165. En vista de ello, el gobierno ofreció una contrapartida: se elaboraría una guía para profesores que incidiera en la importancia del matrimonio como fundamento de la sociedad y en la necesidad de que los hijos nazcan en el seno de relaciones estables. Los profesores tendrían que animar a sus alumnos a retrasar las relaciones sexuales y quedaría prohibido utilizar material explícito, tanto homosexual como heterosexual, «inapropiado» a la edad y circunstancias de sus alumnos. Los colegios deberían consultar a los padres sobre el contenido de las lecciones y, cuando fuera posible, las clases se darían por separado a chicos y chicas. Los padres conservarían el derecho a que sus hijos no asistan a las clases de educación sexual. La enmienda se aprobó en la Cámara de los Comunes.
Pero el 8 de marzo, una encuesta de System Three reveló que la mayoría del electorado laborista era contrario a levantar la prohibición. Blair se vio obligado a salir del embrollo afirmando que, como padre, no toleraría lecciones de homosexualidad en la escuela. «Los padres tienen y conservarán el derecho a que sus hijos no asistan a clases de educación sexual, sean del tipo que sean, en cualquier escuela», declaró.
Mientras, una campaña publicitaria en favor de mantener la Cláusula, «Keep the Clause», advertía de los peligros de la abolición y mostraba ejemplos del material educativo distribuido en los colegios.
Los obispos anglicanos no se sumaron a la campaña en favor de la Cláusula. Según ellos, había que centrar los esfuerzos en mejorar la alternativa legislativa que ofrecía el gobierno porque se podía perder la oportunidad y porque esto era mucho mejor que mantener la Cláusula. La mayoría tory en la Cámara de los Lores y algunos laboristas rebeldes han conseguido rechazar la ley, pero se espera que el gobierno nombre 19 nuevos lores antes del verano, lo que daría más igualdad en la votación. A pesar de todo, según The Times (24-III-2000), los lores están casi seguros de que conseguirán mantener la Cláusula en la última votación.