Aquisgrán. Dentro de sus planes para hacer de Alemania una potencia en biotecnología (ver servicio 32/01), el canciller Gerhard Schröder pretende que se legalice el diagnóstico pre-implantatorio (PID) de embriones humanos.
Sin embargo, la comisión parlamentaria que se encarga de estudiar temas bioéticos se ha manifestado en contra. Esta y otras declaraciones recientes mantienen vivo el debate en torno a la bioética en Alemania.
El 15 de marzo, la Comisión Investigadora del Bundestag «Derecho y ética en la medicina moderna» hizo pública su conclusión, adoptada por mayoría, de que el PID es contrario a la ley alemana de protección de embriones.
La ley prohíbe someter a embriones humanos a diagnóstico después de haberlos producido artificialmente fuera del cuerpo de la madre. «No es compatible con la protección otorgada por la ley generar varios embriones ‘a prueba’, a fin de emplear para la gestación solo aquellos que hayan ‘aprobado’ el examen genético». La Comisión pide además, en este caso por unanimidad, que se regule «claramente» el PID.
No solo la Comisión parlamentaria se opone a los planes de Schröder. Cuando el canciller parecía tener de su lado a todas las ministras relacionadas con la biomedicina, la titular de Justicia, Herta Däubler-Gmelin (socialdemócrata), ha escrito una carta a un ginecólogo de Stuttgart para advertir de las posibles responsabilidades penales en que incurriría un médico que enviara a sus pacientes al extranjero para someterse a un PID, pues «fomentaría un acto penalizado según el Derecho alemán».
Pero la gran sorpresa de los últimos días la ha dado el presidente del Colegio Nacional de Médicos, Jörg-Dietrich Hoppe, que ha hecho público un cambio de postura radical. Mientras que hasta ahora se mostraba partidario de aplicar al PID el principio que se emplea en Alemania para el aborto («ilegal, pero sin persecución penal»), ahora pide que el PID se regule de modo «claro» en una ley.
Justo el mismo día (22 de marzo) en que Hoppe hacía público su giro copernicano, en un extenso artículo para el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el catedrático emérito de Filosofía Robert Spaemann -quien en enero ya se había pronunciado sobre la clonación de embriones humanos (ver servicio 15/01)- se manifestaba precisamente en contra de la aplicación al PID de la fórmula que se utiliza para el aborto. «En relación con el diagnóstico pre-implantatorio se sugiere que el hombre goza de un derecho a tener hijos sanos. Pero ese derecho no existe, como tampoco hay un derecho a ser feliz». «Como muy tarde desde la Ilustración, que codificó los Derechos Humanos, se ha considerado que también los no nacidos gozan de esos derechos. (…) El Tribunal Constitucional Alemán continúa la tradición instaurada por la Ilustración cuando reconoce que el hombre tiene derecho a la vida desde el comienzo de su existencia».
A los que pretenden aplicar al PID el principio «ilegal, pero sin persecución penal», R. Spaemann advierte: «Si, invocando la exención de la pena de que goza el aborto dentro de los tres primeros meses, se quisiera liberalizar la muerte de embriones fuera del cuerpo de la madre, entonces los fundamentos que se aducen en favor de la excepción para el aborto se revelarían como mera hipocresía, pues aquí no se da esa simbiosis madre-hijo, basándose en la cual se vincula la protección de la vida del no nacido a la motivación de la voluntariedad de la madre».
José M. García Pelegrín