La reconciliación marca el centenario de la Iglesia en Ruanda

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El pasado 8 de febrero la Iglesia católica en Ruanda clausuró las celebraciones de su centenario, con una Misa celebrada por el Card. Roger Etchegaray, enviado especial de Juan Pablo II. Los actos del Jubileo del año 2000 y del centenario han estado marcados por un clima de reconciliación, con la esperanza de superar las consecuencias del genocidio de 1994.

El genocidio está todavía cercano: unos 800.000 muertos (de una población de 7 millones), tutsis y hutus moderados. Ahora hay un número enorme de viudas y huérfanos, y un vacío intelectual, ya que fueron asesinadas muchas personas que tenían alguna formación. ¿Cómo pudo suceder que las tensiones étnicas llegaran a tal extremo en un país donde el 80% son cristianos y el 60% católicos? Es una pregunta que ha estado presente en muchos análisis y que ha provocado acusaciones y campañas contra la Iglesia católica.

El año del Jubileo, con la llamada al examen de conciencia y a la petición de perdón, ha favorecido la revisión de un pasado doloroso. También la Iglesia sufrió los efectos del genocidio: fueron asesinados tres obispos (de nueve), más de cien sacerdotes, y centenares de miles de fieles. Otros miles, acusados de participar en el genocidio, están en prisión. La mitad de los misioneros salieron del país. En abril de 1999, el obispo de Gikongoro, Mons. Augustin Misago, fue acusado de complicidad en el genocidio y encarcelado; pero en junio de 2000, el tribunal le absolvió plenamente y pudo volver a su diócesis.

En septiembre de 1998, al recibir en Roma a los obispos ruandeses, Juan Pablo II les aconsejó: «No tengáis miedo de afrontar la realidad histórica tal como es». Con este fin, los obispos lanzaron en cada diócesis un sínodo extraordinario, con el que se puso en marcha un proceso de reconciliación. Dentro del marco de «purificación de la memoria» propio del Jubileo, la Iglesia pidió públicamente perdón por los fallos de los cristianos.

Las relaciones entre la Iglesia y el régimen de Paul Kagamé, tensas durante estos últimos años, «se han normalizado mucho», reconoce el nuncio Mons. Salvatore Pennachio. El gobierno comprende la importancia de la Iglesia para sacar al país de la pobreza y favorecer la reconciliación. De ahí que el pasado 22 de enero el presidente Kagamé recibiera a los obispos y les invitara a seguir colaborando en la reconstrucción del país.

Representantes del gobierno participaron en la Misa celebrada por el Card. Etchegaray y los obispos del país en la ceremonia de clausura del centenario en el estadio nacional Amahoro, en Kigali, ante 25.000 fieles. Durante su estancia en Ruanda (7-10 de febrero), el Card. Etchegaray tuvo gestos significativos. Visitó la iglesia-mausoleo de Nyamata, donde rezó en silencio ante los osarios que recuerdan el genocidio. En la prisión central de Kigali exhortó a los 8.000 detenidos a la reconciliación y a tener confianza en Dios. En Gikongoro fue a saludar a Mons. Misago, ya libre de sospechas.

Como cierre del centenario, en todas las parroquias se leyó una carta pastoral de los obispos, en la que invitan a los católicos a trabajar por la paz, la unidad y la reconciliación.

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